CON LA
ESPALDA RECTA
Para mi
abuela Isabel
De mi abuela aprendí
a ser fuerte
(o a intentarlo)
a decir coño, te quiero
Aprendí
que hay mentiras aparentes
o verdades complicadas
paradojas:
Siempre fui su nieta preferida
y también mi hermana
y también mis primas
que, además, fueron sus hijas
Mi abuela fue la madre
como he dicho
de sus nietas
de su madre
de su suegra
de mi abuelo
De ella heredé
la adicción a los libros
y a la libertad que, a veces,
solo he encontrado en ellos
Por ella supe que una puede
reír cuando se está muriendo
en el sentido literal y metafórico
del término
Yo era joven cuando murió
Demasiado
para entender, darle las gracias
por esa obsesión tan suya
de inculcar a sus nietas
el andar erguidas
con la espalda recta
No te encojas, repetía
Solo ahora,
demasiado tarde
Entiendo que, al decirlo,
ella no pensaba en mi espalda.
ESTAMOS DE
VUELTA DE TODO
No podremos decir
No lo esperaba, esto no pasa
Al saber
que hay gente a la que mueren
por haber nacido donde no tocaba
según los baremos de los de sangre pura
Ni podremos poner cara de horror
Qué barbarie, qué inhumano
Al enterrar otro féretro
demasiado pequeño
El lobo no devora a sus crías
El hombre, sí, para herir a la hembra
que decidió era suya
No señores, no podremos poner
cara de sorpresa en el bar
cuando en las noticias hablen
de otra vida robada
del que no tiene nada
más que miseria y tristeza
el desahucio es la mano
que lo empujó en el salto
Eso ya había pasado
Y cuando salgan los números
de los viejos y viejas
encerrados en cuartos
con la soledad y las llagas
Y hablen de porcentajes de muertos
tal vez diremos fue el virus
Pero no, la muerte llega también
por ese temprano olvido
Y cuando veamos las manis yanquis
y repitamos eslóganes
contra ese poli tan malo
Estaremos fingiendo
que el problema es suyo
Aquí el orden ya lleva
Unos cuantos muertos
Y se corre un tupido velo
Aprendemos a fuerza de no hacer nada
De mirar impasibles
Como el odio se impone
Y seguimos tirando, en este país tan bonito
Donde la muerte llega
Por el odio al de fuera
El sentimiento de dueño
El amor al dinero
El olvido del frágil
Y la maldad del impune
Cuando llegue el siguiente
de los muchos que quedan
tal vez pongamos cara de pena
y guardemos silencio
Porque ahora ya es tarde:
No podremos decir
Qué barbarie, qué horror
Estas cosas nunca habían pasado
SER O HABER
SIDO
A veces leo poemas
que escribió alguien
que firma con mi mismo nombre
Una persona
que a veces me entiende
otras me resulta ofensiva
Mujer bruja, clarividente
me explica cosas
que solo entiendo cuando he caído
Esa persona vivió en mi casa
llevó mis ropas
tuvo unos padres
que yo he perdido
y una alegría que yo le admiro
pero no envidio
Tengo fuerzas para buscar la mía
Esa mujer ya no existe
ni tiene espacio en mi futuro
Y eso no es
Necesariamente
malo
Sé que al acabar el poema
no estaré ya
seré pasado
y otra revisará estos versos
corregirá
errores que yo no tuve
Entonces,
¿por qué me esfuerzo?
Tal vez,
(solo tal vez)
la mujer futura
que estoy por ser
decida al leer estas líneas
que alguien, que ya no existe,
pensó en cosas
que a ella sí le sirven de algo.
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