Un político de izquierda
anticapitalista le reprocha a otro político de izquierda anticapitalista el
comprarse una casa por encima de las posibilidades de los que, en general,
votan a la izquierda anticapitalista. Un tercer político de izquierda
anticapitalista le afea al primer político (a la sazón alcalde de una ciudad
muy del sur) la concesión de la medalla de oro de la ciudad a la santa patrona
de la misma, por más señas una talla de 1943, año de gloria. El político
reprendido (el de la medalla) se defiende alegando la identidad espiritual del
pueblo y, por los mismos días, permite que cientos de niños lleguen tarde a
clase y que otros cientos de personas lleguen tarde a su lugar de trabajo
porque la ciudad (la misma de la medalla) está colapsada por la salida de la
correspondiente hermandad camino del Rocío, adonde se dirigen a rendir tributo
a la Virgen (una talla de procedencia francesa, de entre los siglos XIII y XIV
pero -¡cuidado!- no la misma que ha recibido la medalla).
Utilizo este ejemplo –y muchos otros
similares- para explicar a mis alumnos norteamericanos los caminos insondables
de la religiosidad popular española. Por más que la teología canónica haya
explicado ad nauseam que, pese a sus
múltiples advocaciones, la Virgen María es Una, en el territorio cultural
mediterráneo nos aferramos a la certeza de que cada Virgen es cada Virgen, y de
que no es lo mismo (¡cómo va a ser lo mismo!) la Virgen de mi pueblo que la del
tuyo. Es una capacidad para aprehender lo inefable que supera con creces el
asunto del misterio de la Santísima Trinidad y que sin duda envidiaría San Juan
de la Cruz, tan preocupado en sus glosas por aclarar que, cuando la Amiga
imagina al Amigo en una cueva umbría y tibia, lo que en realidad expresa es el
anhelo del alma cristiana por alcanzar la unión mística con Dios (aquí falta un
emoticono de perplejidad).
Leo Spitzer, sabio y sensible
hispanista de origen austriaco, se llevó años intentando entender el arte
barroco español; lo conocía, podía describirlo, pero no lo entendía. Viajó
entonces, allá por los años treinta del siglo XX, a Madrid y Sevilla. Al
contemplar Las Meninas exclamó
“¿Dónde está el marco?”, formulando así el teorema básico de la cultura
barroca: no hay fronteras entre la realidad y la ficción; al contemplar la
semana santa sevillana exclamó “¡La muerte hecha carne!”, formulando el segundo
teorema incuestionable de nuestra paradójica concepción del mundo: somos
incapaces de conceptualizar ni una sola idea si no está hecha de materia.
Por encima –muy por encima- de
nuestra (dudosa) razón ilustrada, los de aquí –indefinido territorio que, como
mucho, acaba en Los Pirineos- entendemos el amor sagrado de una manera muy
particular. Hace unos años visité con unos colegas antropólogos el pueblo de Santa
María la Real de Nieva (Segovia); queríamos grabar el repertorio de canciones
que, en la romería de cada año, las cuatro cofradías de la localidad dedican a
su patrona, la Virgen de la Soterraña, a quien ofrecen cirios gigantescos y
ornamentados. Es espectacular, la verdad, Spitzer se hubiera desmayado de
comprensión. Lo cierto es que concertamos una entrevista con la maestra del
pueblo para que nos explicara el rito y nos orientara en el trabajo de campo,
confiados en que tal autoridad sería la mejor guía. La educadísima y
generosísima maestra, efectivamente, nos facilitó todo el trabajo de
documentación, pero también procuró férrea y sistemáticamente que no dudáramos
del milagro de la Soterraña: quemada por sarracenos (de ahí su rostro
ennegrecido), enterrada por cristianos para protegerla de los infieles (de ahí
su denominación de “subterránea”) y finalmente aparecida, a finales del siglo
XIV, al pastor Pedro Amador Vázquez quien, sin saberlo, contribuía con su
visión al jolgorio apostólico de la Reconquista.
Y aquí seguimos, enzarzando en debates políticos a vírgenes diversas, negando que la Virgen María sea solo Una porque, claro, si admitiéramos eso, ¿de cuál de las dos Españas sería patrimonio?
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“El Ayuntamiento de Cádiz
concede la Medalla de Oro a la Virgen del Rosario por el ´componente
popular´”. elDiario.es, 26 de mayo
de 2017. https://www.eldiario.es/andalucia/cadiz/ayuntamiento-cadiz-medalla-virden-rosario_1_3375197.html |
María Jesús Ruiz.
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