MIRANDO
A KAOUTAR
(Entro
en clase)
Risas,
hormonas, sudor, atropello.
En
primera fila se aletarga la pubertad,
enlentece
el pulso
la
madurez que se precipita.
El
padre de Kaoutar recoge limones.
La
madre de Kaoutar recoge limones.
Testigos
del hogar sólo de madrugada;
tras
el umbral,
la
vida suda exilio, injertos
y
el sello del frescor levantino.
Recogen
limones.
Yo
pregunto a Kaoutar:
“Kaoutar,
¿por qué no estudias?”
“Maestra,
mis padres recogen limones”.
“¿Y?”
replico
tras mi antifaz.
Doce
años al alba en soledad,
sémola
en los párpados de miel,
dos
hermanos en su talego,
un
guiso en las matemáticas de la última clase
y
las cuentas del hogar
van
derramando su infancia ácida y amarilla.
Los
padres de Kaoutar recogen limones.
Cítrica
es su ignorancia.
DOCENCIA
HUMILLADA
Dadme
cuarzo para los ojos
cuando
me hacéis vértebra
del
fluir de la adolescencia.
Dadme
granito que infarte
mi
decencia cuestionada
tras
cada derrota sindical.
Sofocad
mi entusiasmo,
ponedles chinchetas a las
comisuras
de mis labios
que
tienden a la sonrisa:
no
quiero sentir personas,
trasnochar
en sus problemas,
hilar
sus progresos,
alentar
sus sueños,
compartir
sus éxitos.
Quiero
parches en mi piel,
cicatrices
por los recortes,
el
lastre de las horas,
la
deuda tras cada huelga,
la
asfixia por la ratio,
las
vendas de la docencia humillada
que
a mi pesar olvido
cada
septiembre:
saltan
las chinchetas vencidas
cuando
miro sus caras y
recuerdo
sus nombres.
Milagros López. En: Voces del Extremo. Poesía y resistencia. Ed. Amargord, 2013
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