Manuscrito realizado después de una
ingesta rápida (tres rayas) de cocaína, después de comer, entre las seis y las
siete menos cuarto de una tarde cualquiera, en estado de cierto nerviosismo y
excitación.
En poesía, escribiendo esos garabatos
que te gustaría quedasen como ideogramas, como pájaros verticales, como imanes
donde descabalgar directamente 33333 de las monturas diversas, un cierto veneno
mantiene el interés más allá de la historia que tratas de contar.
Bienvenido en auroras, he tomado tres
copas, cinco vinos, tres cervezas y medio gramo. No tengo un pavo y son las seis
de la tarde. Me dirijo a algún lugar, seguro del próximo consumo. Lo primero,
son los recursos.
Eres
preciosa, eres antigua y tu veneno me interesa más que la historia que contarme
quieras.
Consigamos
la aurora a esta hora de la tarde (por supuesto antes de empezar la noche).
Ya
sé que esta situación es complicada ¿quién comprende los laberintos neuronales,
intelectuales, sustitutorios de una persona que se ha metido tres rayas casi
seguidas?
Voy
a contestar, yo mismo.
Tan
malo es drogarse como no hacerlo ¿dónde está la moral? En cualquier parte; es
tan relativa como usted o yo.
Porque salir de
noche es una forma de resistencia ante un mundo que se avecina, con su
dominancia inútil, su vértigo guerrero, su mentira absoluta, su injusticia
cotidiana y avasalladora…
Diferencias,
imágenes. Solo se que después de la iluminación aparece el tío Paco con las
rebajas, que los corderos se desenmascaran resueltos en lobos y la energía
universal nocturna se repliega por lo bajo porque es puta y no admite a los felices
ni intromisión alguna, el día no quiere sino al animal de carga, el buceo
olímpico de cada mañana.
Alcohol,
madre droga, se pasa por el forro la voluntad, la subjetividad y todo lo que es
y no de más.
Arte,
iluminación con ñ, continuidad a saltos más allá del corazón, la inteligencia y
la verdad (donde pone corazón, léase emociones) apostando de rodillas, muchas
veces con la lengua fuera, por la belleza.
Caballo
ganador
Tu
propio centro
La
verdad
Cualquier
cosa
Mejor,
peor, dinero, contratos, sumisiones voluntarias, involuntarias, brrrrrrrrr.
Zrrrrrrrr, no.
El
mar, el enorme océano inabarcable de la verdad es mentira, apenas una mala
metáfora, como tu sonrisa.
No
es lo mismo que venga cualquier suceso que nos compete, que sentimos, deprisa,
que lo haga con lentitud que a turbamulta, está claro, pero no nos pertenece
dirigir nuestra vida, esto es lo que hay, como mucho ojanas bellas,
estadísticas, aproximaciones o no. Un clima (a modo de camino) de distancia.
Hemos
creado un mundo más que bello, pleno en gracia, lo que me hace recordarte,
Paco, Almazán de apellido. Lo que buscabas estaba, como no podía ser de otro
modo, muy cerca de ti, esa amante bailarina, estaba con nosotros, lo siento por
ti, desde el principio.
Ahora
que la belleza se ha ocultado, porque no se necesita, ahora que la música
trastorna nuestros oídos con su vulgaridad, ahora que los locales son grises y
no corre por la barra una sola idea, ahora que el baño está limpio, ahora que
no estás dime que estás pendiente, loca de amor por mí, que por eso mismo, te
vas continuamente con cualquier otro, raya de mi vida, raya de mi corazón, que
no se acabe nunca la papela y tampoco nuestro amor.
Esta
es la última, siempre es la última, tan mentira
como que es imposible llegar a la hipotética casa antes de las siete de
la mañana, borracho y lleno de amor.
Te
espero, no me importa, te tengo fe, creo que vas a tener una niña mía, lo sé
muy bien porque se te pone un rictus, con mis borracheras, un rostro semejante
a una mujer, que cuando era niño, soñé.
Que
sepas que mis sueños son mis hijos más queridos, siempre y cuando dejen de ser
sueños, y se conviertan en pensamientos, en proyectos de acción, en realidad
repetible, en eficaz tormento, en uso, en cosa.
Ya
no es como antes (gulp) primero el sueño, luego el trabajo, luego la conquista,
ahora primero pienso, después, no sé muy bien por qué, quedan cumplidos del
todo. La verdad es que no sé distinguirlos, se me juntan como niños
maleducados.
¡Qué
momento!, diría mi vecina, o cualquier borracho de segunda. ¡Qué mala economía
tiene la gente! Que cuando llega a tener lo que se le olvida primero es que
primero es ser.
Ya
bajo las escaleras que es lo primero que hay que bajar, con orden, con buen
rollito, que el baño espera, que la puerta se cierre, que la papela se abra,
que quede mucho, que sea muy buena, que obtenga felicidad y estas palabras sean
de más, lo primero es lo primero y besarte con todo es felicidad.
Y
ahora vamos deprisa, como no me gusta, acelerado y enfadado como siempre,
borracho pero contento, quizá responsable, desde luego, drogado, esto último
como estigma, y no que busco y necesito iluminación y tus besos, palabras que
convoquen el cielo de tu boca, estar dentro y junto a ti de esa manera que
ambos sabemos, que no necesite más y tú tampoco, que no existas ni seamos
dentro de esta decoración de casino de este bar del prado que van a derribar
mañana y estas sean las últimas rayas que juntos, aquí, hemos tomado.
La
gente muere de hambre, nosotros nos comemos lo que les falta, nos vestimos para
hacerles más desnudos, necesitamos una nueva Roma inversa, una paz romana
inversa, necesitamos del mundo rosa, necesitamos no pensar más en la historia
como poder y sí entender la historia como civilización, por qué amarte es una
conquista no de un poder, sino un regalo que me haces para que sea en mi,
belleza.
La
energía de los supuestos e invisibles espíritus cuando se desenvuelven
voluntaria, esforzada e intencionalmente, respetando la salida a la luz del
lado oscuro, crea la belleza.
Estamos
ante un genocidio universal producido por los mandamases, ayudados por los
economistas que han obligado a sus poetas a encerrarse en guantánamos
espirituales, para su poder sin gloria, para su riqueza y nuestra muerte
universal, amén.
El
océano de amor universal está escondido en un pequeño pliegue de tus labios.
Dámelo una y mil veces.
El
espejo del mundo es la palabra. Un problema especular del que salir no se
puede. No importa. Salir de noche ahora que es ahora siempre ha sido en Madrid
un ejercicio, y una forma (artística, por tanto) de resistencia ante el poder
establecido: políticos, decretos, leyes, órdenes, regulaciones y todas esas
mentiras que se dicen para salir a diario en la televisión y seguir llenando
sus arcas y egos con nuestro fracaso. Yo, repito, me dedico a la noche. Ella es
mi amante y compañera y tiene sonrisas y felicidades suficientes como para
llenar en mi mil y una vidas.
Vale
José Mª. de la Quinta. Blanca Doble (los cuentos de la cocaína). Ed. Amargord, 2007
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