Ahora lo sé:
prostituí mi cerebro.
A un módico precio la juventud
derramada en temarios,
la hiel que opositó mi plaza,
los veranos ingleses,
cursos, títulos, premios, publicaciones;
la tinta roja que emborrona mis noches,
las tardes, los sábados por la mañana.
Lo sé:
me vendo barato.
Un recorte y me desnudo.
Págame menos
y te trabajo más horas,
te atiendo a más clientes,
además, callo como una puta.
Iré a alguna manifestación
en mis horas libres,
pero si hago huelga,
te cobrarás el precio.
Voltéame a tu antojo,
no soy más que tu furcia.
Te pido cada vez menos:
una vejez digna,
que sigas pagando las pensiones
cuando me liberes a los setenta,
y que me disculpes si
para entonces,
he perdido la razón.
Milagros López. En: Voces del Extremo. Poesía y resistencia. Ed. Amargord, 2013
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