Antonio Orihuela: “Poesía, pop y contracultura en España”.
Berenice, 2013. 144 páginas
La efervescente explosión cultural contracultural de los años sesenta
y setenta tuvo en España un eco un tanto apagado y tardío, pero también
aportó sus otras formas de realizar y de reclamar la vida, coincidentes
con el final de la dictadura franquista y con la reformulación del
capitalismo. A este conjunto de autores y colectivos, sus sueños, sus
desilusiones y sus contradicciones, dedica estas páginas Antonio
Orihuela.
Orihuela
realiza un análisis de este período histórico, de los procesos sociales
que generan unas formas y unos movimientos sociales ligados a la
sociedad del espectáculo. Señala pautas generales del comportamiento
social y cultural, la creación y consolidación del Arte de Masas, todo
ello condicionando por la producción industrial. La simultaneidad y la
inmediatez son los principales valores del arte contemporáneo,
consecuencia de la ideología de la posmodernidad, y que, no por
casualidad, tienen en el spot publicitario su máximo exponente. Así, la
exigencia de perpetua novedad determinará las manifestaciones culturales
y artísticas de las últimas décadas del siglo XX. La cultura se
reconduce al ocio consumible, y se liga irremediablemente la producción
cultural a intereses económicos y estrategias de mercadotecnia.
Pero colectivos e individualidades artísticas han tratado de
construir antagonismo, han buscado cómo abandonar esas dinámicas y
operar al margen (no siempre con una intención de transformación
revolucionaria, sino también de pura autorrealización hedonista) que,
según Antonio Orihuela, “no cambiaron el mundo pero que sirvieron para
que otros imaginarios se inscribieran en el mundo y para que cambiara,
eso sí, la misma idea de Arte (…) y pensar nuestras vidas de otra forma,
al margen de la versión oficial de los hechos”.
De toda esa multiplicidad de formas, Orihuela concluye: “Al final,
fue la cultura del espectáculo quien parasitando el imaginario
contracultural lo impulsó, aunque desactivado de sus valores y
transformado en mercancía (…). Es lo que sucede cuando una revolución
cultural no se apoya en una revolución social”.
El
autor traza una panorámica a nivel internacional antes de elaborar una
perspectiva global de España y, finalmente, adentrarse
pormenorizadamente en distintas disciplinas artísticas y colectivos y
creadores concretos. Así, en esta obra, se acumulan las referencias, que
permiten conocer numerosas propuestas poco conocidas, que conviven con
otras más difundidas. Abundantes imágenes de poemas visuales, acciones
poéticas, portadas de discos, revistas, fotografías de conciertos,
jornadas culturales, etc., acompañan el texto, y permiten acercarse
también al componente estético de estas expresiones. Orihuela se centra
en la poesía experimental y en la música popular, aunque se detiene
también en los vínculos del mundo del “rollo” con la reconstrucción del
movimiento libertario y termina adentrándose en el terreno del análisis
de los vínculos entre las drogas (especialmente la heroína) y el control
social. Al respecto de la poesía (no olvidemos el imprescindible Archivo de poesía experimental. Cronología 1946-2006
que Orihuela publicó hace un pocos años), este autor resuelve que “no
puede ser inscrita dentro de un movimiento de vanguardia” debido a la
desconexión con los movimientos rupturistas internaciones y a que aquí
se desarrollan sus prácticas afines “como una confusa moda basada en la
alteración de los códigos (lingüísticos, sintácticos) y el campo
semántico”. Al respecto, Orihuela destaca su contenido político inocuo
desde el punto de vista contestatario, que fue lo que permitió que se
apoyara y se promocionara desde el Poder. Con todo, el autor no
construye un mero repertorio, sino que sabe desarrollar la relación
sociopolítica de estas propuestas con su caracterización y su exposición
historiográfica. Así, también incluye reflexiones generales y teóricas
sobre la contracultura, a la que califica de “otra ilusión más con la
que subvertir el problema de la insatisfacción identitaria que nos
acompaña en tanto seres sociales”. Sin embargo, “esa ilusión es la que
ha dado existencia real a las subculturas en tanto imaginarios,
artefactos y conductas donde se han expresado las contradicciones que
permanecen ocultas o sin resolver en nuestra sociedad”. Y es que
Orihuela es plenamente consciente, y de ahí su continua alerta sobre
ello, de la facilidad con la que el sistema fagocita la contracultura y
la reconfigura de acuerdo con su modelo de consumo.
En definitiva, retrato y análisis se combinan en este interesante y
sugerente volumen, que abre puertas para la reflexión sobre las
prácticas culturales actuales, y también para su subversión.
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