Si la Constitución no puede remediar que un niño tenga hambre,
la Constitución no sirve;
si la Constitución no puede remediar que un niño tenga hambre,
la Constitución no sirve.
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Aquí no hubo un combate con campesinos sublevados,
sino que aquí fue donde unos campesinos sublevados que ocuparon unas tierras
fueron fusilados por los militares, que no eran dueños de esas tierras,
sino que los dueños de esas tierras eran los dueños de esos militares.
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LOS POETAS
Han entendido mal el nuevo amor.
Creen que basta con aparecer inscritos en el Partido
o en el comité de redacción de algún periódico del Partido
(pero se hacen propaganda en las páginas de arte de las publicaciones que no son del Partido),
creen que honran a la revolución desde su curul de poetas,
que ser poeta es tan importante como ser guerrillero,
que sus poemas son tan decisivos como la labor de un enlace
o más que los poemas de una línea que un muchacho escriben las paredes
de la ciudad vigilada: Venceremos, poemas a veces
sin terminar: Hasta la victoria con…
Buscadlos en los suplementos literarios,
donde publican elegías a los que mueren combatiendo,
y salen fotografiados y felices, entrevistados, abrazados
y famosos.
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Ahora, los únicos poetas son los guerrilleros,
ellos escriben los mejores poemas,
no se reúnen en foros a examinar
“la estructura de la literatura en la lucha de la revolución”
ni celebran recitales en la sala C frente al crepúsculo
con equipo electrónico y autonomía universitaria.
Ellos, amor, los que tú viste recitar en el salón con aire condicionado de la Universidad,
son los líderes líricos de la burgueses, los poetas Walt Disney
de la Revolución,
y su montaña es el bar.
No esperes nada de ellos.
Los guerrilleros están allá arriba, sin scotch,
bombardeados,
y no hay un solo poeta bombardeado.
Si no fuera por los guerrilleros no tendríamos poetas.
un verso siempre es una bala más pequeña que una bala.
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Que los líderes den la guerra por terminada.
Que los partidos políticos tornen a sus locales.
Que los senadores regresen a sus sueldos.
Que los guerrilleros vuelvan a sus libros y a sus novias.
Que los presos salgan a la calle a reiniciar su salario insuficiente.
Que los torturados puedan ir a los médicos.
Que los enterrados en los campos de concentración tal vez puedan ser enterrados
en el cementerio de su pueblo natal.
Que los poetas puedan publicar su mierda en el Instituto Oficial de la Cultura.
En fin, que el pueblo continúe con sus muertos.
Antidio Cabal. Poesía de Uso. Ed. Amargord, 2013
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