documentos de pensamiento radical

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lunes, 15 de septiembre de 2014

EL LENGUAJE SECUESTRADO (VI)




Mucho menos conocido es el plan mejor guardado de la dictadura franquista, tal vez por haber sido también continuado por el Estado democrático surgido de la transición. Nos referimos a la destrucción no sólo del patrimonio material de los anarquistas españoles, sino también a su persecución y aniquilación física y espiritual hasta hacer desaparecer esa otra manera de pensar, de estar, de entender y practicar esa sociabilidad igualitaria y colectivista sobre la que los anarquistas querían edificar el mundo nuevo. Desprestigiados por idealistas. Desautorizados, estigmatizados y perseguidos por violentos. Desaparecidos ellos y sus prácticas, la silueta de los vencidos se conservó en la memoria popular hasta poco más allá de lo biológicamente posible y aún ésta, tras siete décadas de represión, miedo y descomposición material y moral poco tenía que oponer a la visión mucho más interesada que desde el poder se había fijado de ellos y de ese tiempo: El anarquista de la bomba y la pistola, el malhechor abominable que sembraba el terror se construyó como propaganda desde los medios de comunicación burgueses al servicio del Capital, pasó a la historia oficial como otra herramienta más en la defensa y consolidación del Estado nación y, después, sencillamente, el esperpento se convirtió en un personaje histórico que hoy nadie discute en señal de supina ignorancia sobre lo que en realidad fue el anarquismo para los españoles y especialmente para los andaluces.
Los anarquistas que un día ostentaron la más alta autoridad moral, la que emanaba de su coherencia y rectitud personal, de la confianza de sus vecinos y el compromiso con sus compañeros fueron borrados como esa posibilidad que ellos ejemplificaron con sus vidas de querer vivir en la Anarquía. Un vivir que nada tendría jamás que ver con el Estado proletario soviético entonces reivindicado y admirado por la izquierda europea, ni con una pretenciosa redención que sólo alcanzara a la clase obrera, sino que, como queda dicho en un manifiesto de la FAI gaditana de 1933, en él caben “todos los seres humanos, sin distinción de sexo, nacionalidad, edad, profesión o posición social”, porque para ellos el anarquismo suponía el final del egoísmo humano y el despertar a la armonía y la felicidad común, cualquiera que hubiera sido la actividad o la posición de la persona en el capitalismo. El 7 de junio de 1936 tiene lugar en Jerez de la Frontera un pleno de la Federación Provincial de Grupos Anarquistas de Cádiz, allí confluyen delegados de Sanlúcar de Barrameda, Medina Sidonia, Alcalá de los Gazules, Lebrija, Jerez, Sean Fernando, Paterna de Rivera y Puerto Serrano para decir esto mismo, “que el hombre no es malo ni obra mal por naturaleza. Es el ambiente capitalista el que lo degenera y, a veces, lo transforma en un monstruo”.
¿Pero quiénes eran estas personas? En octubre de 1931 son más de trescientos mil los trabajadores afiliados a la CNT andaluza, también hay abogados, profesores, artistas, son muchos los que viven encandilados por el Ideal. En 1933, el comandante del puesto de la Guardia Civil de Casas Viejas declara a la prensa que la tragedia se veía venir “porque aquellos jornaleros estaban siempre leyendo”. ¿Qué queda de aquellos hombres y mujeres que entregaron sus vidas a la Idea? Una figura paradigmática de esta actitud fue reclamada por el estudioso José Luis Gutiérrez Molina en su libro sobre la figura del chiclanero Diego Barbosa, campesino, autodidacta, antimilitarista, vegetariano, animalista, naturista, nudista, hombre de una sensibilidad social sin igual, novelista y articulista en la prensa ácrata de los años veinte y treinta, tribunas desde la que denunció los toros como espectáculo macabro y embrutecedor y el flamenquismo como fenómeno alienante de las clases populares en la medida que las alejaba de todo horizonte de redención. También se cebó en sus textos contra el trabajo infantil, la prostitución, el alcoholismo, la democracia burguesa, los gobiernos, las supersticiones religiosas, la explotación de los trabajadores y sus malas condiciones de vida, mientras que en otros hace una encendida defensa de la educación popular, la eugenesia o los derechos de la mujer y de la necesidad de ésta de abandonar su papel subalterno y emprender el camino de su  liberación... Barbosa desconfiaba de las mayorías silenciosas, dominadas por la ignorancia, prestas a formar bajo el látigo del poder y en torno a intereses que nunca son los intereses de los de abajo, como ocurrió durante la Iª Guerra Mundial, esa brutal masacre de obreros. Asesinado por los fascistas en 1936 hoy, Diego Barbosa, es sólo un nombre en la larga lista de los olvidados que lucharon y soñaron con una sociedad nueva.

Otro personaje igualmente desconocido del anarquismo español es Isidre Nadal Baqués, alias Llum de la Selva (18??-1983), rescatado del olvido por Eduard Masjuan en su libro Medis obrers i innovació cultural a Sabadell (1900-1939). Llum de la Selva, que conocerá de primera mano las colonias tolstoianas de finales del siglo XIX instaladas en Cataluña, participa, durante los años veinte, en la dinamización del grupo anarquista Idea i Cultura, mientras se embarca en el proyecto de poner en marcha la Granja Natura de Can Rull, que se convierte rápidamente en un gran huerto con árboles frutales donde construye con sus propias manos la que será desde entonces su casa, el Jardí de l’Amistat, un lugar para la reflexión y el intercambio de conocimientos sobre la agricultura orgánica, el respeto a la naturaleza como espacio sagrado y la extensión del ideario de la no violencia. Allí llevará una vida ascética, frugal, desprovista de todo lujo material. En 1936 participará en las colectividades agrícolas de Sabadell, construye una biblioteca que se nutre de libros naturistas y pacifistas, impulsa proyectos de colonias naturistas, agrícolas y artesanas para familias que quisieran vivir en pequeñas comunidades con objeto de conseguir la autosuficiencia alimentaria en ellas y fundar un régimen de vida basado en el desarrollo de la vida espiritual, el estudio de la naturaleza, etc. sin acumular bienes y rechazando el uso del dinero que para Llum eran dos de los más importantes factores de disputas y violencias entre los seres humanos. 

Antonio Orihuela. Palabras raptadas. Ed. Amargord, 2014

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