Te hablo del poeta
Escribir
es alegre.
Uno
puede escribir
alegremente
que se va a suicidar.
Georges
Perros
Voy
a hablarte de un hombre
pero
no de ése que escribe
con
caligrafía palmer
y
sueña a ser montaña
para
tratar de conquistarte.
Te
hablo de alguien
al
que no le basta soñar
con
ser montaña.
Él
es la montaña.
Te
hablo del poeta,
un
ladrón, un forajido,
que
sin vergüenza hurga en tus secretos.
Te
hablo del poeta
que
no renuncia a tu cuerpo,
al
que le tiemblan las manos
cuando
traza la agonía de tu perfil,
que
muerde y ya no suelta
cuando
lo tientas,
que
se arrastra para lanzarse
desde
el precipicio de tus senos,
el
que más que tu esencia
desea
la fragancia de tu centro,
que
te sostiene la mirada
y
puede morir bajo el peso de tus párpados,
el
que blasfema y maldice
y al
final se quedará siempre solo,
el
que traicionaría a Dios
para
descifrar el misterio rosado
al
final de tu espalda.
El
que recuerda todo
porque
lo sabe todo.
El
que no dibuja con luz
pues
él es la luz.
El
que no cree en señales
ni
cambia tu nombre en la primera cita,
el
que te conoce desde el principio
porque
él ya era antes de ti.
El
que hurta
y
arranca vidas sin remordimientos,
el
que habita en la soledad de tu cuaderno.
Te
hablo del poeta,
el
hombre con hambre de nombre,
el
ser más desgraciado,
que
medra, se arrastra,
traiciona
y se agazapa.
El
que no tiene amigos
ni
te tiene a ti.
el
que sólo tiene palabras
para
sobrevivir,
aunque
las palabras no sirvan de nada.
Canto
para ablandar a las rocas
Pero
yo sé su nombre:
roca,
le digo,
y
comienza a ablandarse.
Eduardo
Lizalde.
No
es fácil
hallar
la orilla del canto,
la
causa de tanta voz
rasgando
la oscuridad.
Canto
porque no entiendo.
Canto
para entender.
Canto
para no perder la voz.
Canto
para no perderme.
No
es fácil
hallar
la razón del canto
cuando
no hay más que sinrazón.
Canto
para ensuciar las alboradas.
Canto
para desmanchar el cielo.
Canto
para acercarme a la punta de mis pies.
Canto
para ganar el pasaporte a tu piel.
Canto
para inaugurar las cosas,
como
tu corazón, por ejemplo,
pero
me hacen falta dientes
para
ablandarlo y comerlo.
Ya
está:
me
hundiré en el silencio
para
ver si así me escuchas.
Plegaria
Para
Otto-Raúl González, in
memoriam
Dios:
líbranos
de los poetas.
Cárgatelos
a todos de una vez,
de
nada sirven,
mas
que para ponernos tristes
con
palabras que hieren,
que
incomodan.
Nos
salpican y nos ensucian
con
puras verdades.
A
nadie le gusta la verdad.
A
nadie le gusta verse reflejado
en
palabras que ni entiende.
Por
eso a nadie le gusta la poesía.
Poesía,
la
de las canciones de la radio.
Poesía,
la
de los informes de gobierno.
Poesía,
la
de los columnistas políticos.
Poesía,
la
de los reportes financieros.
Poesía,
la
de los cronistas deportivos.
Poesía,
la
de los presidentes asesinos.
Ésa
sí es poesía de veras,
música
para los oídos
de
las
corporaciones
multinacionales
(¿puede
haber algo más poético
que
estas dos palabras juntas en un poema?)
Los
poetas no saben de poesía.
Los
poetas sólo saben lastimar.
Los
poetas no tienen
ni
tuvieron madre,
por
eso no respetan nada
ni
a nadie.
¿Qué
es eso de inventar colores
de
alegría y esperanza?
¿Qué
es eso de darle
voz
y voto a los geranios?
¿A
quién le importa un conejo
con
las orejas en reposo?
¿Para
qué hablar de venados y pájaros,
lunas
mutiladas y conciertos para metralleta?
(pensándolo
bien,
esos
sí tendrían alguna utilidad:
aleccionar
a las tropas mercenarias
que
luchan por la libertad)
El
hombre del nuevo milenio
sólo
debe pensar en consumir
y
olvidarse de mariconadas
como
la poesía,
que
no sirve de nada.
Se
los digo yo,
que
escribí este poema inútil
y
el mundo sigue igual que siempre.
Que
Dios nos salve de la poesía.
Disfraz
Me
he dado cuenta
que
todos los días
al
salir de casa
rumbo
al trabajo
me
disfrazo
del
hombre
que
ya no quiero ser
y
voy por la calle
interpretando
un papel
que
no va conmigo
Por
eso
en
la noche
al
regresar a casa
lo
primero que hago
al
cruzar la puerta
es
desvestirme
casi
me arranco la ropa
y la
cuelgo en el armario
hasta
mañana
para
interpretar otra vez
el
papel con el que me gano
tantos
aplausos
y
que me hace llorar
en
las noches
Guillermo Vega Zaragoza. Poemas para ablandar a las rocas. Abismos casa editorial, 2016
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarQuerido Antonio
ResponderEliminarMe alegra volver a leerte después de la intensa campaña para publicar mi primer libro
Palabras nacidas de la espuma
Espero seguir disfrutando de tus letras.
Un cálido beso!
Que la poesía nos acompañe!!
Eliminar