A
PROPÓSITO DE CANEK
Observa. Llegan oleadas de pájaros sureños.
Un gigante ha sacudido el bosque con su paso
de tambor,
el mismo que retumbaba hace miles de años en
la Tierra.
Escucha. Los árboles y los espíritus de viento
cantan.
Ya despídamonos, los ecos del bosque te
esperan, serán tu nave.
Le
dijo el niño a su pálido amigo,
quien
cerraba los ojos y moría arropado con las voces del espacio.
º
Las
piedras nos aman cuando pensamos en ellas:
corazones intensos
más
diamantes que rocas.
Pongamos el sol en cada una
con las
yemas del amanecer.
º
Voy
recogiendo estampas de cielos claros
para
guardar la niñez. Recuerdo:
los
pájaros eran listones en un otoño de magia.
º
Até las
raíces de mi infancia en la copa de un árbol de ensueño,
por el
que resbalaré cuando me corten
la
esperanza.
º
Ahora
que pude encontrar la noche en su plena serenidad,
apagué
la luz del cuarto como si tocara la estrella.
Al
dormir, la boca del viento me mostró el cuerpo humano
en una
arquitectura de luces.
Encendí
la memoria.
º
Posiblemente
hace varios eones estuve aquí.
Lo sé
porque reconozco oasis verdaderos
tierras sepultadas
por la
nube iracunda que esparció la ceniza.
º
Mi
rostro más antiguo
está en
una piedra
de
montaña o de río.
Me busco
en el agua,
en los
cerros,
en una
ráfaga matinal.
A veces
me encuentro.
º
Pienso
en los días
en los que
conjuraré mis deseos-frutos
para que
una llovizna de semillas
sienta
mi nombre al palpar la tierra.
KRISHNA NARANJO ZAVALA. En: Vientidos poetas de Colima. Parota de Sal. Ed. Puerta Abierta & Amargord, Ed., Colima, 2019
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