Estoy en una
hoja.
En una hoja
del árbol del otoño.
En una hoja
de higuera picoteada de pájaros.
Los pájaros
versados en saborear la miel de los brevales.
Estoy en una
hoja.
En una hoja
donde escribe el otoño
unas veces
idiomas, otras veces danzones.
Pero siempre
el salmo íntimo del pulmón pleno de aire.
El aire
despeinado que no cree en el equilibrio de balanza trucada.
El aire del renacimiento
del edén de los brotes.
El aire solitario,
cavador de tormentas.
Estad en los
instantes de una hoja,
y no os
ireis del bosque de la savia, del bosque de los sabios,
sin haber dejado
un soplo del alma recibida.
***
Durante un
tiempo estuviste mirando
la persistencia
de lo perecedero.
Queda en
otros tu voz, queda en otros la certeza
de los sueños
fraternos, tantos, ya tan cumplidos.
En otros
queda el aire que, antes, tú respiraste.
Otros saben
mirarse en los lirios que arrojas
en un charco
de espejos.
La energía de
la tierra, sin que, apenas, la sientas
se adentra
por las plantas de tus pies, te enraíza,
hace de vuelo
tus pasos,
no los
agrava.
No hay
existencia propia que no entregue existencia.
La cadena es
de sangre, sangre que jamás se fuga.
Alzad pues,
para todos nosotros,
las
compuertas del río que en los demás desemboca.
Viajan
dragones de nubes, viajan las cuatro estaciones
por el
ciprés de la calle por la que nunca te alejas.
***
Estorninos
al alba, la desnudez del presente.
Refundad la
palabra, sus códigos usados.
Amad el
dulce idioma que transmiten las madres.
Desterrad
los engaños a su túnel de lodo.
También
amparad con aire, aire que llegue del mar,
mi pequeño montón
de
desconsuelo.
Pablo Guerrero. Viaje para ser comienzo. Maia Ediciones, 2019
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