Brigadas
Internacionales
Lo más emotivo del siglo XX,
si exceptuamos el gol de Maradona,
fue el acto heroico de tantos guiris
que cruzaron medio mundo
para jugarse la vida contra el fascismo
antes de lo previsto.
Y lo más bonito es que fracasaran.
Hoy sigue vivo ese mismo espíritu
de aquellos mártires foráneos
pero, como ya no hay ideologías,
los nietos de Orwell y Dos Passos
vienen a jugarse la vida que desprecian
en insolaciones en playas nudistas,
sobredosis en Magaluf,
comas etílicos en Ibiza
o cornadas en fiestas populares.
(La vida es eso que pasa
entre el primer y el último balconing.)
Y quizás alguien debería
acabar con esta sangría absurda,
tomar el testigo de la Pasionaria
y licenciarles con un discurso
de vacía retórica marxista
que salve sus conciencias kamikazes.
Pero ya nadie consigue decir
“camarada” sin que le dé la risa.
Y así nos luce el pelo.
Suplicarás clemencia
Tú has sido feliz comiendo pescado crudo
mientras el Estado Islámico proseguía
el rodaje de su reality genocida financiado
por oscuros intereses occidentales.
Y has trabajado de esquirol en gasolineras,
antes de volver a montar en tu coche pensando
que, al fin y al cabo, la gasolina no huele
demasiado peor a como lo hace el dinero.
Tú has mirado másteres en universidades
privadas sabiendo que eran una estafa
solo porque quizás te saldría a cuenta.
Tú has seguido los desahucios en tu ciudad
retuiteando a los que pedían ayuda.
Y, cuando te has cansado, has puesto música
o la tele, te has servido una copa o le has contado
a tu novia lo asqueroso que es este mundo
antes de cambiar de tema y encargar una pizza
a una multinacional que explota a sus empleados.
Y te relamías, hijo de puta,
y empujabas con vino la bola
que se formaba en tu conciencia y tu garganta.
Y, cuando te aburrían las noticias,
buscabas una serie o una peli o porno
y decías que descanses, amor, hasta mañana,
voy a quedarme a ver si escribo algo.
Pero casi nunca escribías nada.
Tú has estirado tus noches metiéndote
tiros de sustancias lamentables,
que muy posiblemente servían para financiar
algún grupo terrorista nacional o extranjero.
Y te importaba un bledo.
Y te has comprado libros de ideologías
radicales a precios de risa
debido al monopolio de Amazon.
Y los has leído asintiendo con vehemencia
creyéndote mejor que la media.
Tú, que has cerrado el puño de tus manos,
has intentado escribir este poema
para salvarte y solo te ha servido
para firmar tu sentencia.
Ya es demasiado tarde para salir corriendo.
Han llegado los bárbaros.
Suplicarás clemencia.
La
revancha
Perdimos
la Guerra Civil. Perdimos
la
Transición, perdimos elecciones,
la
vergüenza y el neocapitalismo.
A
ver si ahora al menos ganamos
aunque
sea la luz o el relato.
Política:
manual de instrucciones
El
cielo no se toma por consenso
ni
tampoco se toma por asalto:
si
acaso, se toma traicionándote
y
cediendo ante los poderes fácticos.
Víctor Peña Dacosta. Obsolescencia programada. Aerea, 2019
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