Náusea la mirada por encima del hombro,
náusea la algarabía de los jóvenes pitucos de los barrios del Golf y
California,
náusea el pollo broster que sirven en el Mall
a las damas de cejas tatuadas,
náusea los doctores de todo, los licenciados
de todo,
náusea santiguarse y entregarse al
destino que Dios quiera,
náusea cada uno de los gringos que se
llevan la plata a manos llenas,
náusea los políticos corruptos, los de
salón y los de cocinita,
náusea cada carro brillando en las aceras,
náusea los bidones llenos de agua
apilados delicadamente en Tottus,
náusea el euro, el dólar, el miserable
sol domesticado;
náusea el ceviche prohibido en Huanchaco
o en Viru,
náusea cada libro de texto recién
forrado,
náusea cada abogado, cada juez, la
justicia;
náusea cada recién peinada en la
peluquería,
náusea los zapatos brillantes, los
pantalones nuevos, las camisas planchadas;
náusea los nuevos ricos y los viejos,
náusea los escaparates y las vitrinas
llenas,
náusea los cajeros automáticos,
náusea el celular sonando en las
esquinas,
náusea el que da limosna y te sonríe,
náusea un simple grifo abierto manando sin
medida.
Luis Felipe Comendador. Las afueras. A Fortiori Editorial. Bilbao. 2020. 2ª Ed.
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