Como el sol y la escarcha se alían
para capturar la tela de araña
recortada sobre el mural del cielo:
de igual modo la vida me retiene.
Soy la culpable red de la que huyo.
Soy la presa inocente de mis presas.
Soy la luz, el veneno y el temblor.
***
Llueve.
Supuren los pantanos
lágrimas de pueblos hundidos.
Queden sin razón
los inventos de los hombres
hincados en el barro.
Celebre mi madre
que hoy la escuela está cerrada
y han reemplazado las goteras
al coro dócil de los niños.
Entréguense las manadas
a la serenidad del cielo
al abismo de los charcos
o a la venganza del diluvio.
Que hablen la lluvia y la sangre
su mismo idioma entrecortado.
Y a cada uno lo cosa a su sitio
el hilván de su trayectoria.
Lluvia: espejo que devuelve realidad.
Caída que nos eleva.
Ana Pérez Cañamares. La senda del cimarrón. Ed. Ya lo dijo Casimiro Parker, 2020
Fotografía de Juan Sánchez Amorós
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