Cuenta el viejo Aladino su historia
la cuenta sobre las alfombras verdes
tendidas a las faldas de los picos.
“Daba nun sé qué vela con les vaques
una cosina así, tan piquiñina.”
Le puso Bambi porque no tenía
ningún otro nombre para lo tierno.
“Yo cazaba venaos pa comer
aprendilo de mi padre. Pero ahora
si tengo que matar, muérome antes.”
Bambi duerme bajo su ventana
come de la mano y otros venados
acuden al prao, desoyendo juntos
intuición e historias de crueldad.
Aladino se enjuga unas lágrimas:
“Solo de contalo ya me emociono”.
Rezo en voz baja, casi avergonzada:
genio y dios de la lámpara, concédeme
encontrar al cachorro que me aparte
de la madurez cuando es indiferencia.
Ana Pérez Cañamares. La senda del cimarrón. Ed. Ya lo dijo Casimiro Parker, 2020
Fotografía de Carmen Lourdes Fdez. de Soto
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