Habíamos
cumplido con nuestra parte del trato:
hacer
los deberes, estudiar, ir a la universidad,
respetar
los semáforos en rojo, cumplir las normas,
trabajar
duro, ser obedientes,
renunciar
a la lucha y la violencia,
votar
centro.
Habíamos
cumplido y solo pedíamos lo prometido:
progreso,
bienestar, estabilidad y consumo.
Nos
engañaron,
y
al final del cuento no había una buena casa,
un
buen sueldo, un buen coche,
unas
merecidas vacaciones, unas perdices.
Nos
engañaron,
pero
aún seguimos creyendo en sus mentiras
porque
no tenemos nada más,
y
porque no queremos romper nada,
despertar
de este sueño,
ser
obreros, precarios, pobres.
Nuestra
tragedia individual
es
que nos han hecho creer
que
somos empresas unipersonales,
hemos
perdido de vista al enemigo
y
estamos en feroz y suicida competencia
con
nosotros mismos.
Antonio Orihuela. Lavar carbón. Ed. Amargord, 2019
Van estallando todas las burbujas, menos la de las pueriles tragaderas.
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