La música fue escrita por Alex North con letras de Hy Zaret para la película de 1955, según la Wikipedia. Es una de las canciones más versionadas de la Historia junto a la canción francesa de My way.
Unchained la popularizó la película Ghost y el barro flojo de Demi Moore y Patrick Swayze. A mí la versión que más me gusta es la que cantó Rosa de España en su época de OT antes de que la explotaran la voz.
El arte es un charco de lágrimas. Hay pocos libros alegres, pocas comedias, pocos temas festivos. El arte es una purga, la belleza enamorada de un ojo recién llorado. Ghost es a Unchained lo que Sinatra a My way: el referente popular que muy pocos saben quién compuso. La música, frente a la literatura o el cine tiene ese don de olvidar que tanto me gusta.
Atahualpa Yupanqui, en el A Fondo de Soler Serrano, habla de esto. De cómo un limpiabotas tarareaba una canción del argentino y al ser preguntado respondió que era un tema popular que había escuchado en casa siempre. Esa era su aspiración, que sus canciones formaran parte del pueblo sin importar su autor (si Teddy Bautista levantara la cabeza).
Yupanqui tenía la tristeza firme de los caballos, la sonrisa agria de los chamanes. Yupanqui le cantaba a la vida porque buscaba la verdad “que es la realidad de las cosas”.
Unchained tiene esa verdad. La dosis romántica de los agudos, la locura firme de quien rompe el silencio porque el amor lo pide.
Quienes quisimos hasta lo heroico Unchained nos toca como una pérdida, como tiempo atravesado, como quién descubre el fractal de un sueño.
Jonás Sánchez Pedrero. Trilogía 59. Ed. Ediciones del Ambroz, 2021.
Era preciosa y sensible canción de más de un ligue. Pero es curioso que Hy Zaret, autor de la letra, con un fondillo bíblico de gracias a Dios muy yanky, hizo misiones de degollador de soldados alemanes en la II GM. Se suelen tener dos vidas, aunque no nos demos cuenta. AS.
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