Cae el sol a plomo en
Juárez
y no tenemos donde
caernos muertos más allá,
pero tu risa vale toda
la ciudad
y por ella vuelvo.
Caminamos por el Puente
del Paso del Norte,
sobre el cauce seco y
encementado del río Grande,
acorralados de vallas y
maquilas,
envueltos en el sueño
americano
y sin ningún camino que
lleve a él.
La primera calle del
otro lado se llama César Cháves,
un sindicalista al que
gasearon los yanquis
por reivindicar
derechos para los chicanos,
de este lado pusieron
los bares, importaron los borrachos
y la televisión que
sigue alimentando sueños,
abriendo el grifo de
los deseos
y multiplicando la
pobreza.
¿Qué quedarán de
aquellas uvas de la ira,
del espíritu de César
Cháves,
aparte de un día
festivo pagado en su honor?
Al otro lado, en El
Paso y Santa Fe Streets,
se multiplican las
tiendas baratas
de plástico malo
fabricado en China
y más lejos, por
Lincoln Park,
comienza el paraíso que
no vemos desde aquí:
franquicias de pan,
tiendas de medicina
holística,
vegetarianismo,
esoterismo,
extrañas iglesias de
sanación por la fe
y oxígeno, un montón de
oxígeno
que falta en este
atascado puente
donde reímos, tosemos
y caminamos palpándonos
la green card
en nuestros pechos,
de regreso
a ninguna parte.
Antonio Orihuela. Camino de Olduvai. Ed. Irrecuperables, 2023
Hola, Antonio, ¿Sabías que Mariano Torrent te ha incluido en su lista de quince poetas para salvar el mundo?
ResponderEliminarPues muchas gracias ni siquiera sé quién es Mariano torrent... mucho menos que hubiese una lista aunque me parecen pocos 15 poetas ... para la que se nos viene encima
Eliminar¡Muy bueno, Antonio!
ResponderEliminarT transporta.