documentos de pensamiento radical

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martes, 25 de julio de 2023

reVerDecir (fragmentos)

 

 



 

La poesía es al mundo lo que la verdad a la belleza. Con Mayte.

 

 

NO VA a quedar

más remedio

que mirar

de frente

al desastre

Olga Muñoz,  15 filos

 

 

ni idea de lo que sueño por las noches

Martha Asunción Alonso, Autorretrato

 

no  sé qué seda resiste

sin memoria de la caída

Laura Giordani, La infancia que nos aguarda

 

 

 

 

La Niña silvestre, I

 

deshielo destierro desierto

— ¿Y si la planta es luz y la luz, agua y el agua, bendición y la bendición, niña del desierto, eres tú plantando nuestra vida en el centro de la gratitud y el azar?

 

 

cultura es manantial.

Juan Gil-Albert

 

no pueden entenderlo, no pueden imaginarlo.

Susan Sontag

 

si una viera con ojos extranjeros lo que no se ve con ingenuidad vería al instante, ingeniera de la complejidad —la sutileza escarbando entre raros amuletos —un mapa —no un territorio —lo impropio —una suerte de jeroglífico prestado —la embarcación de río que desemboca en la acción de las niñas medicina —la mirada otra que esconde a la vista lo secreto y oculta lo obvio —que se desarma —la vejez de una mirada no legitima un saber —salvo cuando aúna claridad y hondura —temblor y primario razonar —ver es siempre aprender —calibrar —la vida ¿es una visión o un manantial? no ver —beber caminar tomar el sol —reVerDecir

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

si aún no se conoce la vida,

¿cómo se podría conocer la muerte?

Cita de Confucio relatada por Elias Canetti.

 

 

bebo desplazando el rito del miedo

con serenidad y gratitud de puma

en la orilla del nocturno río blanco

bebo en taza de luna negro sueño

bebo desplazando el sí del luego

con libertad y lentitud de búfala

en la hora discreta de los vínculos

bebo la amarga sombra de tu cuerpo

leo la muerte en los labios morados

anciana madre que nace de mi sed

de vida y peregrinaje de lo intacto

acuno a la hija que ha de parirme

en las aguas borrosas del poema

ante el pavor de la muerte editora

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Amo este cuerpo incomprensible

y su miseria clínica.

Antonio Gamoneda

 

 

cuerpea el lenguaje y desdice las mentiras —se inclina sobre la belleza que envejece —pone las tildes y ordena las sílabas oxigenadas por la música coagulada en la espera de un adiós animal —no con esperanza ni melancolía —amando en la víspera del último verdor —fábula deiforme en la estrofa de los abrazos —un lugar bajo las estrellas sin extranjería sin salario sin rey —república de tu cuerpo entrelazado a mis labios —a mis manos a mi muerte —escritura de tendones y párpados en tensión apasionada —caligrafía de besos —páginas en blanco para el llanto y las injurias la tortura el desprecio mineral —la relación de humores y sintagmas —de nervios y metáforas —eléctricos impulsos y silencios rojos y naranjas en el ojo creativo de la mariposa —la palabra ver —la imagen decir —la nota re —el respirar acompasado de los amantes —los coros y la danza de la cuerpa deslizándose por mi retina —ese enfermizo organismo que es el habla la norma el mundo de las penas y los penados —el que desposee su vida —la que desaprendió la lengua a base de impotencias ¿cómo puede cantar en el funeral de la Tierra? —¿cómo no?

 

 

 

 

¿de cuántas maneras se puede poner el cuerpo a trabajar?

Luz Pichel, Din din don y más hortensias azuis

 

 

sí —lo que busca reposo en tus ojos

pequeño polizón nocturno —es un candil

de palabras suaves y luminiscentes —dulces

la partitura que humea en tierra abonada

los días vinieron ásperos fríos —sin alegrías

las noches se llevaron el descanso la calma

—un sordo no encuentra en la música lo sanador

se ovilla en su destierro —se atiborra de sombra

no es país para el poema lo ciego que nos convoca

—tú y nadie sois un abrazo —una revuelta de letras

complot de la coral que tiñe la blanca celda infinita

—saborea este momento y con irreverencia al poder

niégale tu desastre pobreza desamparo —levántate

de lo inesperado y su lacra —cuerpo que canta al alba

 

 

 

 

 

 

 

este es un lugar azotado por el viento

Chus pato, Carne de Leviatán

 

¿hasta dónde llega el corazón en su quiebra?

un límite es la mente —otro la fábula de lo real

entre ambos una libélula dentro de una campana

de cristal da vueltas sin ver la jaula transparente

—casi a oscuras todo se entrevista con la verdad

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El orto al revés o la tarde

Concha García, La dicha oculta.

 

lo que a la luna que se esconde dicen

las aves que madrugan en tus ojos

con la confianza de los reencuentros

día a día en su vuelo hacia la nada

la plata que reflejas es la cuchara tibia

de una reunión del amor y la distancia

el reposo de la belleza en lo frágil

la bendición del nombre inexistencia

acaricia el dedo de nubes grises aquí

en la frente bronceada de la pasión

esa luna mujer en rama de eternidad

¿hay lugar dónde no seas tan necesaria?

no hay tributo que cubra tu fulguración

el mundo existe desde tus palabras

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

epitafio

gracias, saludo de despedida

lo solo del animal

Olvido García Valdés, Lo solo del animal

 

 

i

encontré algo —no es tan importante

—encontré algo que no era mío —lo único

mío ya os lo devuelvo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

[A Clarice Lispector y Susan Sontag]

 

El miedo a la vejez surge del reconocimiento de que no se está viviendo ahora la vida que se quisiera. Equivale en un sentido a insultar al presente.

Susan Sontag, Diarios.

 

 

se aleja la verdad conforme el dolor

se revela maestro y la locura ciencia

se alejan raudos el coraje la intrepidez

el placer más ofensivo —la efervescencia

escribir tiene y mucho de intemperie

la intimidad al otro lado de la muralla

en el descampado esa desnudez

del animal pudorosolo maldito biendice

¿alguna vez robaste un bello diamante

para lucirlo en la fiesta interior? sólo

dime como si fuera imposible juzgar

¿qué sabes de lo incomunicable?

maldición que sana  salud del enfermo

nos permite estar en ninguna celda

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

antiepitafio

pobreza

ir justos con lo que se dice

Teresa Soto, Caídas

 

ii

el día amaneció sereno y luminoso

quiera este nuevo año seguir sus pasos

sin ansia ni miedo —sin distracciones

que nos descentren de la simple existencia

en la salud de sus vínculos

si vuelve el error —las palabras recuerden

el camino de regreso —la mecánica

arbórea —la compasiva industria

de la nieve el deshielo y la insurrección

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

la amistad

como territorio inasible del que brinda en la derrota

Vena Amoris, R. Saravia

 

yo soy caos pero el amor es sincero

un poco torpe —un poco atrevido

un poco apasionado —un poco ciego

un poco conflictivo —un poco destartalado

—yo soy un disparate pero te quiero

quiero tu sombra que se comba azul

quiero tu sonrisa que florece blanca

quiero tu sexo que se desborda índigo

—yo soy una ciudad pero estoy solo

solo con mi orfandad sin vergüenza

solo con mi pobreza sin desamparo

solo con mi hambre sincera e incauta

solo con mi amor sin idealidades

—solo con mi muerte y tu vida para todo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

epitafio

 

¿de verdad me enseñarás a vivir?

Arturo Borra, Desde lejos

 

iii

 

pareciera que la sobria tarde de enero —antecediendo a la noche más fría en décadas— nos guiñara el ojo —lo solar y su signar la extensa blancura del horizonte —su lágrima abajándose —lo que se oscurece ¿será flor? ¿y qué tipo de flor —¿para qué resurrección? —¿sobre qué piedras?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

una hoja cae

y hay un temblor de tierra

imperceptible

Carlos izquierdo, Volumetría de una nube

 

 

nuevo aniversario del olivar —en la tarde gris

cruje la tierra húmeda —aire y palabras

diluyéndose bucean la claridad y su dolor

—no se han vareado aún las olivas —mudas

regresan las viudas —las lactantes estrellas

sobre la tierra conversan con la lluvia

ocultas entre nubes —como viejas ladronas

—ningún rey merece corona —ninguna ley

estar por encima de la salud vincular

—el tribunal de la Naturaleza no tiene jueces

ni verdugos —recompone o disuelve las esencias

—algo así como harás tú hoy con este poema

—aceite de oliva sobre los tesoros de tierra y mar

¿quién estuvo deslomado vareando tu intrahistoria?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 antiepitafio

 

iv

 

día en su quid

—el azul resplandece

retiene la voz

—ya no nos necesitan

¡ay! orilla —mar —cielo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El volumen del canto me enamora.

Alda Merini, Vacío de amor.

 

y que la muerte nos pille leyendo

que el amor nos libere leyendo

y que la feraz vida nos asile amando

y la relectura nos sorprenda muriendo

y que los pliegues se abran leyendo

—que los sueños se desplieguen leyendo

y que los errores se sanen releyendo

y la compasión concierna desleyendo

—que las revueltas nos sigan leyendo 

y que los ecocidios nos desdigan leyendo

y la cordura nos revuelva en acción

—que la lectura iguale al pensamiento

y ciencia y poesía sean el prosperar

de los árboles en la mariposa leyendo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

[Con Teresa Garbí y Ángel López]

 

 

epitafio

 

v

 

café otoñal

lentitud del ocioso

—intenso —sutil

poso de lo ausente 

—nueve metamorfosis

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

creo que los libros sirven para todo, salvo precisamente para sacarles ideas.

Guilles Deleuze, En medio de Spinoza

 

 

 

—en el silencio de la taza humeante

así escribe quien se desplaza con suavidad

sin levantar polvo —ruido —resplandor

—de la taza vacía aún deviene aroma —dice

—la mano toca el aire —ahí lo percibe

vuelve a su discreta (in)quietud —sabe

lo que aún le falta y demora ese roce

—hace como la rama que la brisa mece

—bondad —sombra que se alarga en poesía

¿ves enfrente de esa muda fuente al ave

cómo se mira reflejada en el río helado?

—al instante alza el vuelo hasta la teja gris

temblorosa —por el peso de un nido de ideas

—las crías demandan sílabas nutritivas

 

 

 

 

 

 

 

[Con Julio Obeso]

 

 antiepitafio

vi

 

la poesía no se compra —se (ad)quiere

la mitad del esfuerzo es físico

la otra mitad intangible

—un arder desde el “sí mismo”

la escritura no se vende —se vive

¿el éxito de la vida? —inventar la muerte

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

[A la vieja y nueva guardia, la constelación imposible]

 

suceda lo que suceda

sucede en la sombra.

David Eloy Rodríguez, Cámara de resonancia.

 

 

hubo un tiempo de lanzas rotas contra el Imperio

de larvas rojas y negras en las llanuras incendiadas

—días que temblaron con el tronar de la hecatombe

edad eufórica de las derrotas hermosas sin pesadumbre

—los oscuros cielos se hundían en las copas de vino de mesa

—las manos cantaban la revuelta de los bosques y las letras

noches sin tregua horadaban los muros de la vergüenza

al alba se evaporaban alcohol y sudor de escaramuzas

—nadie era inofensivo flemático congruente insensible

y nadie atajó por el camino fácil —ni se detuvo —la erosión

del paisaje —la erótica del altermundismo chocaron

fue en un abrir y cerrar de ojos —saltaron los cristales

de la trinchera del canto insurrecto —el hogar se quebró

y en la intemperie del mundo el sol quemó las horas silvestres

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

epitafio

 

vii

 

ese ver que vuela —vuelve sin mí

—vista de la mente y sus bucles

ahora que van a descansar os nombran

heredad del vacío y del vínculo

—las ondulaciones sin cuerpo —el sí

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

[reVerDecir, con David y Lorenzo]

 

ALGO de país tiene

el voluntario errar

sin morada 

su solemne festín

que a voluntad come y bebe

Rosa Lentini, El veneno y la piedra

 

 

sí —que lo que busca reposo en tus ojos

lo que a la luna que se esconde dicen

se aleja la verdad conforme el dolor

yo soy caos pero el amor es sincero

nuevo aniversario del olivar —en la tarde gris

—en el silencio de la taza humeante

hubo un tiempo de lanzas rotas contra el Imperio

¿hasta dónde llega el corazón en su quiebra?

—encontré algo —no es tan importante

el día amaneció sereno y luminoso

—día en su quid —el azul resplandece

—café otoñal —lentitud del ocioso intenso sutil

—la poesía no se compra —se (ad)quiere

ese ver que vuela —vuelve sin mí

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La Niña silvestre, II

 

         todavía

 

[brotes tiernos de las orquídeas —como tus palabras —van a florecer en la víspera de la desobediencia —y no mañana —hoy me haces mirar —mimar —la frágil esperanza —el deseo más fuerte que la entropía del universo o la maldad autoexigida en el orden civilizador —larvas entre dos orillas —astillas de amor reverdeciendo]

 

          es siempre cultivar luz y sombra

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 Viktor Gómez. 

Paterna, a 5 de febrero de 2021

revisado 5 de mayo de 2021

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