La poesía es al mundo lo que la verdad a la belleza.
Con Mayte.
NO VA a
quedar
más
remedio
que mirar
de frente
al
desastre
Olga Muñoz, 15 filos
ni idea de
lo que sueño por las noches
Martha
Asunción Alonso, Autorretrato
no sé qué seda resiste
sin
memoria de la caída
Laura
Giordani, La infancia que nos aguarda
La Niña
silvestre, I
deshielo
destierro desierto
— ¿Y si la
planta es luz y la luz, agua y el agua, bendición y la bendición, niña del
desierto, eres tú plantando nuestra vida en el centro de la gratitud y el azar?
cultura es
manantial.
Juan
Gil-Albert
no pueden
entenderlo, no pueden imaginarlo.
Susan
Sontag
si
una viera con ojos extranjeros lo que no se ve con
ingenuidad vería al instante, ingeniera de la complejidad —la sutileza
escarbando entre raros amuletos —un mapa —no un territorio —lo impropio —una
suerte de jeroglífico prestado —la embarcación de río que desemboca en la acción
de las niñas medicina —la mirada otra que esconde a la vista lo secreto y
oculta lo obvio —que se desarma —la vejez de una mirada no legitima un saber —salvo
cuando aúna claridad y hondura —temblor y primario razonar —ver es siempre
aprender —calibrar —la vida ¿es una visión o un manantial? no ver —beber
caminar tomar el sol —reVerDecir
si aún no se conoce la
vida,
¿cómo
se podría conocer la muerte?
Cita
de Confucio relatada por Elias Canetti.
bebo desplazando el rito del miedo
con serenidad y gratitud de puma
en la orilla del nocturno río blanco
—bebo
en taza de luna negro sueño
bebo desplazando el sí del luego
con libertad y lentitud de búfala
en la hora discreta de los vínculos
—bebo
la amarga
sombra de tu cuerpo
leo la muerte en los labios morados
anciana madre que nace de mi sed
de vida y peregrinaje de lo intacto
—acuno
a la hija que ha de parirme
en las aguas borrosas del poema
ante el pavor de la muerte editora
Amo este cuerpo incomprensible
y su miseria clínica.
Antonio Gamoneda
cuerpea el lenguaje y desdice las
mentiras —se inclina sobre la belleza que envejece —pone las tildes y ordena
las sílabas oxigenadas por la música coagulada en la espera de un adiós animal —no
con esperanza ni melancolía —amando en la víspera del último verdor —fábula
deiforme en la estrofa de los abrazos —un lugar bajo las estrellas sin
extranjería sin salario sin rey —república de tu cuerpo entrelazado a mis
labios —a mis manos a mi muerte —escritura de tendones y párpados en tensión
apasionada —caligrafía de besos —páginas en blanco para el llanto y las
injurias la tortura el desprecio mineral —la relación de humores y sintagmas —de
nervios y metáforas —eléctricos impulsos y silencios rojos y naranjas en el ojo
creativo de la mariposa —la palabra ver —la imagen decir —la nota re —el
respirar acompasado de los amantes —los coros y la danza de la cuerpa deslizándose
por mi retina —ese enfermizo organismo que es el habla la norma el mundo de las
penas y los penados —el que desposee su vida —la que desaprendió la lengua a
base de impotencias ¿cómo puede cantar en el funeral de la Tierra? —¿cómo no?
¿de cuántas maneras se puede poner el cuerpo a
trabajar?
Luz Pichel, Din din don y más hortensias azuis
sí —lo que busca
reposo en tus ojos
pequeño polizón nocturno —es un candil
de palabras suaves y luminiscentes —dulces
la partitura que humea en tierra abonada
los días vinieron ásperos fríos —sin
alegrías
las noches se llevaron el descanso la
calma
—un sordo no encuentra en la música lo
sanador
se ovilla en su destierro —se atiborra
de sombra
no es país para el poema lo ciego que
nos convoca
—tú y nadie sois un abrazo —una revuelta
de letras
complot de la coral que tiñe la blanca
celda infinita
—saborea este momento y con irreverencia
al poder
niégale tu desastre pobreza desamparo —levántate
de lo inesperado y su lacra —cuerpo que
canta al alba
este es un lugar azotado por el viento
Chus pato, Carne de Leviatán
¿hasta dónde llega el corazón en su
quiebra?
un límite es la mente —otro la fábula de
lo real
entre ambos una libélula dentro de una
campana
de cristal da vueltas sin ver la jaula
transparente
—casi a oscuras todo se entrevista con
la verdad
El orto al revés o la tarde
Concha García, La dicha oculta.
lo que a la luna que se esconde dicen
las aves que madrugan en tus ojos
con la confianza de los reencuentros
día a día
en su vuelo hacia la nada
—la
plata que reflejas es la cuchara tibia
de una reunión del amor y la distancia
—el
reposo de la belleza en lo frágil
la bendición del nombre inexistencia
—acaricia
el dedo de nubes grises aquí
en la frente bronceada de la pasión
—esa
luna mujer en rama de eternidad
¿hay lugar dónde
no seas tan necesaria?
—no
hay tributo que cubra tu fulguración
el mundo existe desde tus palabras
epitafio
gracias, saludo de despedida
lo solo del animal
Olvido García Valdés, Lo solo del animal
i
encontré
algo —no es
tan importante
—encontré algo
que no era mío —lo único
mío ya os lo devuelvo
[A Clarice Lispector y Susan Sontag]
El miedo a la vejez surge del reconocimiento de que no se
está viviendo ahora la vida que se quisiera. Equivale en un sentido a
insultar al presente.
Susan Sontag, Diarios.
se
aleja la verdad conforme el dolor
se revela maestro y la locura ciencia
—se
alejan raudos el coraje
la intrepidez
el placer más ofensivo —la efervescencia
—escribir
tiene y mucho de
intemperie
la intimidad al otro lado de la muralla
en el descampado esa desnudez
del animal pudoroso —lo maldito biendice
¿alguna vez robaste un bello diamante
para lucirlo en la fiesta interior? sólo
dime como si fuera imposible juzgar
¿qué sabes de lo incomunicable?
maldición que sana —salud del enfermo
nos permite estar en ninguna celda
antiepitafio
pobreza
ir justos
con lo que se dice
Teresa
Soto, Caídas
ii
el
día amaneció sereno y luminoso
quiera
este nuevo año seguir sus pasos
sin
ansia ni miedo —sin distracciones
que
nos descentren de la simple existencia
en
la salud de sus vínculos
si
vuelve el error —las palabras recuerden
el
camino de regreso —la mecánica
arbórea
—la compasiva industria
de
la nieve el deshielo y la insurrección
la amistad
como
territorio inasible del que brinda en la derrota
Vena
Amoris, R. Saravia
yo
soy caos pero el amor es sincero
un
poco torpe —un poco atrevido
un
poco apasionado —un poco ciego
un
poco conflictivo —un poco destartalado
—yo
soy un disparate pero te quiero
quiero
tu sombra que se comba azul
quiero
tu sonrisa que florece blanca
quiero
tu sexo que se desborda índigo
—yo
soy una ciudad pero estoy solo
solo
con mi orfandad sin vergüenza
solo
con mi pobreza sin desamparo
solo
con mi hambre sincera e incauta
solo
con mi amor sin idealidades
—solo
con mi muerte y tu vida para todo
epitafio
¿de verdad
me enseñarás a vivir?
Arturo
Borra, Desde lejos
iii
pareciera
que la sobria tarde de enero —antecediendo a la noche más fría en décadas— nos
guiñara el ojo —lo solar y su signar la extensa blancura del horizonte —su lágrima
abajándose —lo que se oscurece ¿será flor? ¿y qué tipo de flor —¿para qué resurrección?
—¿sobre qué piedras?
una hoja
cae
y hay un
temblor de tierra
imperceptible
Carlos
izquierdo, Volumetría de una nube
nuevo aniversario del olivar —en
la tarde gris
cruje
la tierra húmeda —aire y palabras
diluyéndose
bucean la claridad y su dolor
—no
se han vareado aún las olivas —mudas
regresan
las viudas —las lactantes estrellas
sobre
la tierra conversan con la lluvia
ocultas
entre nubes —como viejas ladronas
—ningún
rey merece corona —ninguna ley
estar
por encima de la salud vincular
—el
tribunal de la Naturaleza no tiene jueces
ni
verdugos —recompone o disuelve las esencias
—algo
así como harás tú hoy con este poema
—aceite
de oliva sobre los tesoros de tierra y mar
¿quién
estuvo deslomado vareando tu intrahistoria?
antiepitafio
iv
día
en su quid
—el
azul resplandece
retiene
la voz
—ya
no nos necesitan
¡ay!
orilla —mar —cielo
El volumen
del canto me enamora.
Alda
Merini, Vacío de amor.
y que la muerte nos pille leyendo
que
el amor nos libere leyendo
y
que la feraz vida nos asile amando
y
la relectura nos sorprenda muriendo
y
que los pliegues se abran leyendo
—que
los sueños se desplieguen leyendo
y
que los errores se sanen releyendo
y
la compasión concierna desleyendo
—que
las revueltas nos sigan leyendo
y
que los ecocidios nos desdigan leyendo
y
la cordura nos revuelva en acción
—que
la lectura iguale al pensamiento
y
ciencia y poesía sean el prosperar
de
los árboles en la mariposa leyendo
[Con
Teresa Garbí y Ángel López]
epitafio
v
café otoñal
lentitud del ocioso
—intenso —sutil
poso de lo ausente
—nueve metamorfosis
creo que los libros sirven para todo, salvo
precisamente para sacarles ideas.
Guilles Deleuze, En medio de Spinoza
—en el silencio de la
taza humeante
así escribe quien se desplaza con
suavidad
sin levantar polvo —ruido —resplandor
—de la taza vacía aún deviene aroma —dice
—la mano toca el aire —ahí lo percibe
vuelve a su discreta (in)quietud —sabe
lo que aún le falta y demora ese roce
—hace como la rama que la brisa mece
—bondad —sombra que se alarga en poesía
¿ves enfrente de esa muda fuente al ave
cómo se mira reflejada en el río helado?
—al instante alza el vuelo hasta la teja
gris
temblorosa —por el peso de un nido de
ideas
—las crías demandan sílabas nutritivas
[Con Julio
Obeso]
antiepitafio
vi
la poesía no se compra —se (ad)quiere
la mitad del esfuerzo es físico
la otra mitad intangible
—un arder desde el “sí mismo”
la escritura no se vende —se vive
¿el éxito de la vida? —inventar la
muerte
[A la vieja y nueva guardia, la
constelación imposible]
suceda
lo que suceda
sucede
en la sombra.
David
Eloy Rodríguez, Cámara de resonancia.
hubo un tiempo de
lanzas rotas contra el Imperio
de larvas rojas y negras en las llanuras
incendiadas
—días que temblaron con el tronar de la
hecatombe
edad eufórica de las derrotas hermosas
sin pesadumbre
—los oscuros cielos se hundían en las
copas de vino de mesa
—las manos cantaban la revuelta de los
bosques y las letras
noches sin tregua horadaban los muros de
la vergüenza
al alba se evaporaban alcohol y sudor de
escaramuzas
—nadie era inofensivo flemático
congruente insensible
y nadie atajó por el camino fácil —ni se
detuvo —la erosión
del paisaje —la erótica del
altermundismo chocaron
fue en un abrir y cerrar de ojos —saltaron
los cristales
de la trinchera del canto insurrecto —el
hogar se quebró
y en la intemperie del mundo el sol quemó
las horas silvestres
epitafio
vii
ese ver que vuela —vuelve sin mí
—vista de la mente y sus bucles
ahora que van a descansar os nombran
heredad del vacío y del vínculo
—las ondulaciones sin cuerpo —el sí
[reVerDecir,
con David y Lorenzo]
ALGO de país
tiene
el
voluntario errar
sin
morada
su solemne
festín
que a
voluntad come y bebe
Rosa
Lentini, El veneno y la piedra
sí —que lo que busca reposo en tus ojos
lo que a la luna que se esconde dicen
se aleja la
verdad conforme el dolor
—yo
soy caos pero el amor es sincero
nuevo
aniversario del olivar —en la tarde gris
—en el silencio de la taza humeante
hubo un tiempo de lanzas rotas contra el
Imperio
¿hasta dónde llega el corazón en su
quiebra?
—encontré
algo —no
es tan importante
el
día amaneció sereno y luminoso
—día
en su quid —el azul resplandece
—café otoñal —lentitud del ocioso
intenso sutil
—la poesía no se compra —se (ad)quiere
ese ver que vuela —vuelve sin mí
La
Niña silvestre, II
todavía
[brotes
tiernos de las orquídeas —como tus palabras —van a florecer en la víspera de la
desobediencia —y no mañana —hoy me haces mirar —mimar —la frágil esperanza —el
deseo más fuerte que la entropía del universo o la maldad autoexigida en el
orden civilizador —larvas entre dos orillas —astillas de amor reverdeciendo]
es siempre cultivar luz y sombra
Paterna, a 5 de febrero de 2021
revisado 5 de mayo de 2021
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