a María González Reyes
Hay muchas historias, muchos
relatos llenos de virtudes
que hablan de calidad de
vida debajo de una boina gris
en ciudades irrespirables,
que hablan de crecimiento
infinito,
gobiernos ecorresponsables,
virtudes del cemento, vuelos
baratos
y capitalismo verde,
historias sin defecto, sin
dañados,
porque todo esto se da por
seguro
cuando el capitalismo cuenta
sus historias.
Hay muchas historias, muchos
cuentos,
desde Disney hasta Prisa
hablan de apagar la luz
cuando sales de tu habitación,
utilizar los contenedores
amarillos,
cerrar el grifo mientras te
lavas los dientes,
usar el transporte público,
cortar las anillas de
plástico de las latas de Coca-Cola.
Historias que hablan de
defender la producción de tu propio cáncer
e impedir por todos los
medios que el poder
y la riqueza dejen de estar
en unas pocas manos.
Muy pocas historias hablan
de lo que cuestan, en realidad, las cosas,
del truco de magia que
llaman externalización de costes,
de los problemas que no
resuelve la tecnología,
de la sangre que acumula la
propiedad privada,
casi ninguna historia habla
del trabajo de los niños y las mujeres.
Muy pocas hablan de
nosotros, de pisar suave,
de participación, de
desobediencia, de alternativas,
de equidad, de dignidad, de
justicia, de utopía.
Pisar suave,
tomar conciencia de que
somos
ecodependientes e
interdependientes,
pisar suave,
sin transgénicos, sin
megacorporaciones,
sin propiedad privada, sin
ejércitos,
pisar suave,
pisar suave.
Antonio Orihuela. Camino de Olduvai. Ed. Irrecuperables, 2023
Ufff Antonio. Tus poemas siempre son muy buenos, inteligentes y honestos, pero este es extremadamente real. Es lo que vivimos todos. Tú, en tu país. Yo, en el mío, del otro lado del mundo. Te felicito.
ResponderEliminarAbrazos