La luz
La luz,
la luz, la luz…
La
oscuridad se cierne sobre la luz.
La luz
nos alumbra sobre la oscuridad y nos calienta de ella.
La luz
tiene dueño y nosotros somos los dueños de la oscuridad.
La luz
viene del cielo, del suelo de la tiniebla.
La luz
oscura domina la parte sombría de la luz.
Con el
frío, la luz sube.
Con el
calor, la luz sube.
Cualquier
otra luz queda prohibida.
El valor
del precio
se lo
dejamos a los iluminados,
que el
día acabará pronto,
y las
negras estrellas
y la luz de
la opacidad
proliferan.
Una mano
universal mece la bombilla portadora de nuestra luminosidad.
Pálidos
rostros buscan un rayo de esperanza.
La luz,
la luz, la luz.
Justo al
lado de la factura del agua.
Admiraciones mutuas
I
¿Cómo
será ser diestro con las herramientas que se tengan a mano?
¿Cómo
será devaluar al diferente con consciencia y decisión y sin remordimiento?
Y no
tener fronteras en un mundo fronterizo.
Y llamar a
los adversarios tontos y que ellos nos llamen malos. ¿Te imaginas?
Hacer
poesía con el eufemismo, sonar diplomático, tener eficacia máxima, abolir las
reuniones eternas.
Apelar a
la normalidad y al sentido común; y al sueño de la prosperidad y la calma.
Y
acariciar un cóndor como mascota.
Juguetear
con ese pájaro en peligro de extinción, ese bicho con pezuñas adaptadas para la
sujeción de la carroña. Darle publicidad alternativa y apadrinarlo.
Amenazar
en pos de lo amenazado y decreciente, rizar el rizo de la verdad por
conveniencia.
Mandar
limpiar a otro la mierda de la jaula.
Y tener
un mundo y una ropa hechita a mi medida.
Distribuir
mis gustos por las románticas cordilleras.
Y arrodillarse,
solo, ante los tipos de interés.
Invertir
todo mi tiempo en batallas de diferente índole, causantes de la deflación de
las cosas. De MIS cosas.
Charlar
sobre tendencias positivas. Buen humor, buena comida, buenos viajes, nada de
interés real negativo.
Darle una
vueltita al vocabulario de todos. Todo provecho, todo utilidad, todo rédito.
Y darle
un traguito al café y no probar ni las pastas.
Sentir el
bullir de la condensación debajo de mi traje, con mi corbata amarrando mi vapor
interno como una brida sin retorno.
Y, ¿cómo
será que los riesgos no sean laborales?, sino parte de un balance con posible
ganancia, con oportunidad, siempre encaminado hacia las estrellas.
¿Cómo
será esquivar la palabra usura sin más acción que la adquisición de acciones? Sin
más actividad que para los activos. Sin problemas de liquidez, sin sudoración
excesiva.
Que el
tesoro de la felicidad sea a base de bonos.
Ver la
industria como una inversión. Reanimarme en la economía en los momentos de
depresión y anticiclo. Con buena cara, con generosidad.
No tener
otro ídolo central que el bancario, con su aire acondicionado puesto a toda
ostia.
Y
preguntarme: «¿De verdad lo de pasar hambre existe?, ¿no es un mito?»
Y comerme
unas cerezas ahora mismo, de las buenas.
Y
pelearme con los otros, cocinando un sabroso plato de separatismo, feminismo,
comunismo y gloria nacional. Con palabras clave para la renta per cápita de las
imaginativas masas.
Y
cumplimentarlo todo con extravagancias alquímicas, provocando para bien,
provocando para mal. Provocando.
Convencer
a quien me odia. Polarizar lo simple, respirar. Resumir al oponente y besarlo en
la frente antes de liquidarlo o despedirlo.
Venderse
fresco y modernito. Conservarse, aunque sea transgrediendo.
Sembrar
mentiras irreversibles, mezclarlo un poquito todo: reacción con revolución, marca
con personalidad, rutina con sueño, mentira y verdad; y llegar siempre más
lejos, aunque sea creando nuevos problemas.
Y
alcanzar la cota máxima de la lógica imperante siendo inteligente con la masa
de la ignorancia.
¿Cómo
será ser actual y triunfal, antiguo y clásico; esquiar e ir a la playa?
Tailandia
debe ser un país precioso.
¿Cómo
será la motivación de un dirigente? ¿Cuál será su compromiso con la rectitud? ¿Cuáles
sus mundos ideales?
¿Con qué
actitud se levantará un mandatario cada mañana?
¿Cómo
llevará el «me sabe muy mal, pero me vienes muy bien» en sus sueños y en sus nueve
horas de descanso?
Ver el
mundo como una guerra en la que quieres ser ganador.
Ver en la
naturaleza una batalla intrínseca a la especie.
Me miro
al espejo y me dejo arrebatar por una explosión de empatía.
¿Qué
estarán haciendo ellos en este mismo momento?
¿Cómo
será canalizar la identidad de esa otra forma?
¿Y qué
pensarán ellos, en subjuntivo, de nosotros?
Si se
viesen en mi tesitura, ¿cómo me caricaturizarían?
Suspiro nostálgico por un tiempo incierto y me miro una última vez al espejo, antes de ponerme manos a la obra.
II
¿Cómo
será ser la mano no hábil?
¿Cómo
será agarrar la cuchara con la siniestra destreza?
Y
levantar la otra mano para opinar. Y cumplir la ley del consenso.
¿Cómo
será estar siempre peleándote por principios?
¿Cómo
será dividirse por matices?
Y llamar
a los adversarios malos y que ellos nos llamen tontos sucios. ¿Te
imaginas?
¿Con qué
soñarán?
¿Cómo de
plácidos y sincronizados se encontrarán en el camino del Tao?
¿Descansarán
por las noches?
¿Cómo
será ver problemas en todo?
¿Y cómo propugnar siempre cambios
estructurales?
Debe ser
muy curioso tener una rutina en un sistema que no está hecho para ti, sino en
base a ti.
¿Cómo
será no emparejar electoralismo con democracia?
¿Cómo
llevarán que nunca les salgan las cuentas?
¿Cómo
sería no saber muy bien qué hacer ni aunque ganasen?
Y que en
los pueblos no les voten, y que sus abuelos ya no se los crean.
Que
entrevean solo las cabezas de la hidra en el escrutinio.
¿Qué
graduación de vista portarán en sus lentes de vana esperanza?
¿Te
imaginas participar, aunque sea un rato, en la insurgencia? Con su extrema
equidad y su ultra igualdad, a régimen voluntario.
¿Cómo
será eso que proponen algunos?, ¿cómo será su estado sin vivir en un Estado?
¿Qué
simpática modalidad escogería yo?, ¿la reformista o la revolucionaria?
¿Cómo
será tener clasificaciones teóricas para todo?
¿Cómo
será definirse a partir de lo que no se es?
¿Cómo
será no tener referentes claros?
¿Cómo
será tener tan presente el sufragio pero olerlo tan poquito?
Me
atribuiría todas las desgracias ajenas a pesar de mis pocos privilegios.
Me
colocaría del lado del oprimido, sin lugar a duda, ante la opresión; aunque
ello significase hacer tapón a los desheredados.
¿Cómo
será el juego con posibilidades no truncables?
¿Cómo
será portar ese estilazo a veces tan anticonstitucionalista?
Ir a un
festival de música comprometida y ponerse hasta las trancas.
¿Te
imaginas saltando una valla? ¿Colando bebida en un recinto por no poder
pagarla?
¿Te
imaginas dejarse embaucar por el frenesí de una batucada?
¿Te
imaginas tocando una rasta?
¿Cómo
será ahorrar espacio? Acampar en una quechua, tener una cama nido.
¿Cómo
será salir a tirar la basura con un sentimiento ecologista?
¿Cómo
será ir de triste por la vida con el estatus de víctima?
¿Cómo
será tener una brújula en el centro?
¿Cómo
pensar que todos mienten menos tu candidato?
Y toparse
con la suciedad latente, con la lentitud del consenso, con lo utópico en los
libros, con el horizonte a contracorriente.
¿De dónde
sacarán la imaginación anticapitalista?
Y comerse
una buena hipoteca, y un máster no económico, y un finde de libertad pautada, y
una evasión lo suficientemente cara.
¿Cómo
será comer en una de esas cantinas de mierda?
¿Cómo
emparejarse los calcetines?
¿Cómo
será tener razón pero ser ridículo?
¿Cómo
será ser inteligente pero tonto?
¿Cómo
será intentar ser militante en un mundo conquistado por nosotros?
¿Cómo
será el agua en la sequía de la honestidad?
¿Cómo
será creerse lo que se dice?
Por un
momento me parece sentir un hormigueo eufórico y transformador en mi interior.
Pero
espera, no, no. Era una ilusión. No tengo ni idea de lo que hablo.
La izquierda
es lo que casi todo el mundo es pero nunca gana.
La
decepción con treguas, el compromiso a mano, la suma de resignaciones. El tirar
palante.
La
izquierda es cuando algo bueno te espera. O cuando, al menos, eso crees.
Me miro
al espejo y me dejo arrebatar por una explosión de empatía. Pero no siento
nada.
¿Qué
estarán haciendo ellos en este momento?
¿Qué
cosas se preguntarán?
¿Cómo
será canalizar la identidad de esa otra forma?
¿Y qué
pensarán ellos, en subjuntivo, de nosotros?
Si se
viesen en mi tesitura, ¿me caricaturizarían?
Suspiro
nostálgico por un tiempo incierto y me miro una última vez al espejo mientras
me repeino todo para atrás.
El parado
Enfado
perpetuo, duración alquímica,
misticismo biológico.
Soledad
pegajosa, menú que no te acaba.
Injusto
sentir, viscosa desidia.
Vampiro
del amanecer
(una vez
más [y en batín] y al medio día).
Largo
invierno, pena en vena.
Sobrepasado
lado malo
del ying
y el yang latente.
Latiente
arpegio
de los
vecinos moviéndose.
Una serie
en serie, pero sin alma.
Las
plantas sin regar.
No tener
tiempo para nada
menos que
para morir
durmiendo.
Mañana
haré el gran plan trivial
de
comprar el pan
o
revitalizar mi curriculum.
Mi
calidez murió en la guerra.
Mañana o
al otro
me armo
de valor
y llamaré
al butanero.
Pero, ¿de
dónde saldrán
tantos
mosquitos?
Ruidos en
el bar de abajo,
una
paloma en mi barandilla,
un pedo
como detonante
emocional
del día.
«Mañana
madrugo»,
le digo a
Dios.
Pero Satán
me lía
con la
nada cada noche.
Indiferencia
insustancial del despertador.
Malvivir
de siesta en siesta,
olor a
pan tostado.
Ambientazo
que revienta enchufes
con la
presión atmosférica de la energía.
«Al menos
tengo más tiempo libre»,
me digo
mientras
limpio mi casa
con
parsimonia.
Los
horarios de limpieza
como un
acto relevante
en el
antes y el después de Cristo.
Nuevos
productos súper innovadores
en mi
supermercado de confianza.
La fiesta
arruinará mis pobres ahorros
pero haré
amigos.
¿Cuánto
más aguantara la entropía
de mi burbuja
de mala suerte?
¿Hasta
qué día del contratiempo
aguantará
mi subsidio?
¿En qué
me equivoqué?
Aún
recuerdo mi desfase rutinario,
mis
humildes lujos, mi notaza
universitaria.
Le pondré
una colcha más
al
castañear de mis dientes.
Los niños
salen del cole, en otoño,
cuando yo
me levanto un martes.
Horas
intempestivas
de mi
cuchara contra el plato,
niebla
del letargo,
maldita
sea la vida
del otro.
Desrutina de mis vicios,
superstición
en el espejo,
sobresalto
por la prisa ante la nada.
Nadie conquistó
el mundo
a las dos
del mediodía.
Descansada y perfecta mierda,
té con
canela,
sabor
tropical,
«igual
hoy me curro unas lentejas».
¿Por qué
no decir que no
a todo?
Madriguera
aromatizada, tabaco triste.
Principios
de la sanidad extrema
llevados
a la escasez de nutrientes esenciales
para la
supervivencia.
Juraría
que estoy enfermo.
Vivo pero
inerte, como un bebé,
como un
condenado.
Nueva
gama de productos de cosméticos,
con la
capacidad de emocionarme total
y
absolutamente.
¡Mañana
(nunca)
me haré
con ese
nuevo libro de poesía!
El futuro
y los festivales me desbordan.
Mi
ascensión me inspira, mis sueños aguardan.
Me
gustaba cómo solía ser,
cómo era
todo antes.
Tos
inmanente.
Catarro
eterno,
palo de
ciego.
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