Te vas
como todos los días
es un ritual mágico
reconforta sentirte entre mis brazos
cuento las escaleras de una en una
cuido de que la luz esté encendida
hasta que sales de casa y cruzas
y te vas
Me quedo tras el cristal y espero que te gires
y me mires
y te giras
y me miras
siempre lo haces
ni un día has dejado de hacerlo
Y pienso
qué pensará
cuando bordea el muro de Santa María
y se pierde entre los olivos
y le pierdo
y se va
como todos los días
***
Quiero contar un cuento
un asombroso cuento
un cuento de hojas negras
y garabatos interminables
un cuento de sugerentes fotos
que hilvanen arrullos inconfesables
He asistido a la muerte
de mis templos
ha sido doloroso
no hay desahogo
habitan mi soledad
leo sus cuadernos
Son como ventanas
que miran hacia adentro
y se repiten rutinarias
Les pongo voz
sabiendo que no sonarán
a verdad
***
No puedo hacer otra cosa que no sea estar aquí
a pie de cielo
abriendo pasillos largos
con ecos de ecos de sílabas
dispuestos a ponerme alas
y visitar la extrañeza pura
sin fingir que estoy viva
y que soy adicta a ir tirando
miguitas de pan
en cada cuento
***
Esta casa no es mía
Esta mesa redonda
de dulce leña
tampoco es mía
La pluma y el cuaderno
donde escribo revoloteos
no no son míos
Solo son míos los libros
En ellos nado y me reconozco
Son corredores explanadas
ramblas que arrullan versos
Me resulta difícil recordar
cuántos libros leí
sus historias se cruzan
La penumbra los paseos la calma
Dejo encendida la luz cuando salgo
por si acecha la hierba tenebrosa
Ellos me guían y me dicen
que todo fue
que es
y que será
hasta el final de la cosecha
cuando regrese
arrancando las páginas y
soltándolas al viento del poniente
por temor a que
si quedan recogidas
dejen de pertenecerme
Cristina Penalva Pastor. La palabra invisible. Ed. La Palma, 2022
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