Por los retrovisores asoman
doce metros de capitalismo,
cuarenta toneladas de prisas,
embalados con su falta de ducha,
embalados con no ver a la familia,
embalados con las ansias de llegar
a un lugar desconocido dónde no hay nada que amar.
Los ojos mal descansados persiguen las señales
en la serena y críptica noche que inunda los márgenes.
Es cómo circular en el silencio del alma pura
envenenando o dulcificando cualquier momento del día.
En la noche de los caballos salvajes
una cabezada puede significar perder la vida.
Se pueden ver hombres duros convertidos en ruina.
Anécdotas que van del boca a boca igual que hazañas.
Tribus de camaradas compartiendo el pan, el vino y las alegrías
como viejos guerreros sioux al termino de la gran batalla.
En la noche de los caballos salvajes
una soledad mal curada puede significar un cadáver vivo.
Colocan las fotos de sus hijos y mujeres
en dónde sea imposible no perderlos de vista.
Aunque no creo que sean capaces de mirar a menudo.
En la noche de los caballos salvajes
una mirada puede significar llorar de angustia.
"No. No va a poder ser el descanso en casa"
"Rebotas para Achern, tiene que llegar la fruta"
"Haz lo que sea pero el viaje tiene que llegar"
"No te pares a comer. Te están esperando en la firma"
En la noche de los caballos salvajes
siempre te están esperando pero nunca hay bienvenida.
Solo la compañía de quienes no están en venta
hace desaparecer por un momento la impotencia.
Entonces la fiesta se hace en cualquier área de servicio
y se brinda con vasos de plástico, se celebra el aguante.
En la noche de los caballos salvajes
el sufrimiento puede hacerte perder el juicio.
Y no me quito de la cabeza aquella frase:
"Tenemos un pié en la cárcel
y el otro en la tumba"
En la noche de los caballos salvajes
cada minuto es una incertidumbre que se desperdicia.
No sabemos por qué seguimos en esto,
esclavos de un reloj ladrón que nos roba la vida.
"¿Dónde estás, papá? ¿Cuándo vienes?"
"O yo o el camión, tú elijes"
"Feliz Navidad, aquí tiene su ticket"
"¿Es que no me ha visto dándole el alto?"
En la noche de los caballos salvajes
apenas hay amor que valga el sacrificio.
Cristian Esteban Martín. Antipoemas. Ed. Crecida, 2013
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