Cuando
vinieron a buscar a los judíos,
no protesté, porque yo no era
judío.
Martin Niemöller
Cada palabra tiene consecuencias, cada silencio también.
Jean-Paul Sartre
Cuando bosques, montes, animales,
indígenas y pueblos son arrasados
por catástrofes naturales o empresas internacionales,
guardo silencio, porque nada de eso me incumbe.
Cuando las pateras de inmigrantes naufragan en el mar de Alborán,
los sirios se dejan el hogar y la sangre en el éxodo,
los haitianos hurgan en la miseria
y una niña es violada cada veinte minutos junto al Ganges,
la pena se adelgaza, porque todo queda muy lejos de mi día a día.
Si el gobierno emprende una ofensiva, no importa porque no soy soldado
y las batallas (¿qué batallas?) se lidian en otra orilla.
Si el Estado precariza los derechos
y abarata la dignidad bajo una reforma laboral,
yo callo, y acudo puntualmente al dentista y a la peluquería.
Desconozco si cuando miro el partido del Barça contra el Madrid
comparto la misma compañía eléctrica que la de la anciana de 81 años
quemada viva por una vela prendida en su dormitorio.
Permanezco en el sofá mirando Facebook o el televisor
mientras los bancos ejecutan desahucios
por impago de 436 euros
y Alicia V.M. se arroja desde el balcón de un quinto piso.
Mientras la gente rebusca en los contenedores de basura,
yo cocino mi paella el santo domingo.
Aunque aumenten la edad de jubilación y disminuyan las pensiones,
me siento ajeno porque soy joven.
Modifican la ley de dependencia, privatizan hospitales y colegios,
pero yo ni estoy enfermo ni tengo hijos.
Cuando los tribunales absuelven a corruptos, especuladores de cemento
y negociantes de empresas fantasma,
no digo nada, porque los caminos del poder son inescrutables
y hace tiempo dejé de creer en la justicia.
Cuando aprobaron la ley mordaza no me opuse.
Como soy apolítico, ni voto ni protesto ni opino.
Callo porque no quiero roces con el vecino,
ni con el cliente, ni con mi jefe.
Me considero una persona común que quiere vivir tranquila.
Voy religiosamente al trabajo y de esas cosas no me gusta hablar
porque nada se soluciona, ya sabéis:
ni hay menos mujeres muertas, ni menos miseria, ni más bosques,
ni menos guerras.
[El lunes guardo silencio. El martes guardo silencio. El miércoles guardo silencio. El jueves guardo silencio. El viernes guardo silencio. El sábado guardo silencio. El domingo guardo silencio.] …………..…………………….………………......
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Cuando vinieron a buscar a los inocentes,
no protesté, porque ¿quién es inocente?
Luego, como soy una persona común,
vinieron a por mí…
…pero nadie protestó.
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Lola López Martín,
Con la hiel en los labios,
Editorial Ultramarina,
Sevilla, 2023.
Fotografía de Juan Sánchez Amorós
Aún está todo por hacer.
ResponderEliminar¡Manos al barro!
Este poema es un himno para no olvidar que sin el Otro, ¿qué?, ¿para qué? Un poema esencial. Un abrazo desde Argentina.
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