Unas veces éramos onda,
otras partícula, dependía,
porque podíamos tomar
distintos caminos a la vez,
según cómo fuéramos de
teoría M ese día,
de si Dios quería jugar
o no a los dados,
de si llevabas puestas
tus branas[1]
negras,
de si desentrañábamos
el experimento de Schrödinger
cuando tu gato se metía
en la cama
y me clavaba sus garras
en la espalda
como quien está
haciendo escalada libre
en la pared vertical
más peligrosa del mundo.
En modo onda tenía la
sensación
de que siempre habíamos
estado unidos.
En modo partícula éramos
capaces de vibrar como una cuerda
hasta estar en todos
los lugares de la vasta extensión
de nuestros cuerpos
indistintos.
Onda o partícula.
¿Acaso hay otro modo de
ingresar
en la belleza del
mundo?
[1] Las branas son entidades físicas
conjeturadas por la teoría M.
Antonio Orihuela. Sin fin (antología, 1993 - 2023). Ed. Gato Encerrado. 2023
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