La Naturaleza sabe más”:
Desde el avión veo los pliegues de la tierra
la piel rocosa de mi Europa
el fruncido que nos sobrevivirá.
No son cuatro montañas es un puño
entre países es también piel con historia
llena de “as” mayúsculas, de cuerpos enterrados
de “eles” y ríos, de sílabas abiertas como si el mundo
hubiera aprendido aquí a balbucear.
Quieta y extrema la tierra
fronteras en vericueto y columnas que el hombre
dibuja en rojo o negro en los mapas y ella no entiende.
Más madre la tierra que todas las madres
con sus propias leyes sacras,
eliminatorias,
la piedad es un rincón de cielo entre
picos soberanos.
Mueren en el mar tus cerros
Alpes, femeninos en francés,
masculinos en mi lengua
dináricos, carnívoros, vaguadas, cañadas
silencio y salve.
Más que nada paisaje, el más cercano, el más posible. Agarrarse a la niebla en un cerro o cerca de la costa, a las hojas temblorosas en su despedida precipitada o incierta. Somos más que nunca paisaje, el que está fuera de alcance, quizás para siempre. Somos una sucesión de instantes amordazados, parecidos y cada uno singular, antes más romos y ahora cada vez más aguzados, más imprevisibles, más tristes y violentos. Somos reos, todos, reos de este presente sin eco. Y el paisaje observa nuestro precipicio, nuestra falta de plan, nuestro desorden. Él nos dice: sé, copia, aprende. Pero nos distraemos con los que enloquecen.
Cuando uno vive con tanta sed que
centrifuga el tiempo, critica al oriundo,
busca luz imparable y proyectores,
cuando uno sólo quiere que lo alaben,
y se hace fotos de si mismo,
ese
uno
absorbe, enturbia la sabia
de las raíces, de las hiedras,
minimiza acentos, impone banderas,
exige fianzas al subsuelo, a la luz la verdadera
la que se abre paso y no pide,
ni aplauso, ni risa
sólo existir.
Cuando uno así grita se exhibe como papagayo
entre ramitas tiernas,
éstas se miran, éstas transmiten
y esperan. Sólo esperan a que el
uno, el alfa, el altivo, el primogénito que no es,
atraviese el sendero donde hordas de mosquitos
le enseñarán quién reina
y qué es grito.
Obsérvale, no le copies,
que no te ciegue la belleza de lo oscuro,
ni sus brillos.
Fíjate en
qué dice el latido del aire,
escucha la tierra.
Poemas Aurora Vélez, extractos de “Dos orillas” e “Intramuros”, publicados por La Rumeur Libre en 2023
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