Las cucarachas están sonando.
En los ojos del insomnio las cucarachas babean
sus cuerpos charolados.
Parecen uñas de hombres enterrados vivos,
parecen negros relámpagos.
Oigo los cubos de la noche.
Alguien escarba y araña en las dormidas cosas de la noche.
No invento nada. Nadie está inventando.
Suena en la casa vieja caer pelusas de azul cascarillado
y la mujer inválida llora y llora clavada en su sillón
con un dolor terrible en el vientre y en el ano.
La hija de la mujer que llora está clavada en la cruz de la madre,
en la cruz del polvo,
en la cruz cotidiana de las escupideras.
El poeta toca la realidad como si fuera un clavo
y las cucarachas como teclas de un piano mudo
suben y suben sus flemas de asco.
Las cucarachas vienen de los agujeros del carbón,
la carbonera está abajo y se matan a cientos y nacen
como huevos de gusanos.
Suena la música de jazz,
suenan y resuenan las cucarachas huyendo de los zapatos.
Las cucarachas están lloviendo, corriendo y arañando
las mejillas de la noche.
La casa vieja está llorando.
En los ojos del insomnio las cucarachas babean
sus cuerpos charolados.
Parecen uñas de hombres enterrados vivos,
parecen negros relámpagos.
Oigo los cubos de la noche.
Alguien escarba y araña en las dormidas cosas de la noche.
No invento nada. Nadie está inventando.
Suena en la casa vieja caer pelusas de azul cascarillado
y la mujer inválida llora y llora clavada en su sillón
con un dolor terrible en el vientre y en el ano.
La hija de la mujer que llora está clavada en la cruz de la madre,
en la cruz del polvo,
en la cruz cotidiana de las escupideras.
El poeta toca la realidad como si fuera un clavo
y las cucarachas como teclas de un piano mudo
suben y suben sus flemas de asco.
Las cucarachas vienen de los agujeros del carbón,
la carbonera está abajo y se matan a cientos y nacen
como huevos de gusanos.
Suena la música de jazz,
suenan y resuenan las cucarachas huyendo de los zapatos.
Las cucarachas están lloviendo, corriendo y arañando
las mejillas de la noche.
La casa vieja está llorando.
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