El que obedece es la mejor copia
del que manda,
la gente vive enamorada de su
servidumbre,
pendiente siempre del jefe,
incapaz de decidir por sí misma.
La gente ama a los analistas
financieros,
a los directores de los
periódicos,
al ministro de Economía
susurrando crisis en sus oídos.
La gente ama al rey en Botswana,
a los empresarios que dicen que
la solución es trabajar más y cobrar menos,
a la ministra de Trabajo hablando
de la reforma laboral
y la Virgen del Rocío,
y la Virgen del Rocío,
al ministro de Interior diciendo
que las cosas podrían ir a peor,
al ministro de Economía justificando
que la mayoría
deberá permanecer en la miseria,
deberá permanecer en la miseria,
al presidente del gobierno
razonando que no hay alternativa.
La gente se adapta, colabora,
sólo quiere ser uno más, no desentonar,
cambiar de canal siempre que se
lo ordenen,
aunque no hay nada que ganar,
aunque la paga no será justa,
aunque la miseria continuará,
aunque el casero llame a la
puerta,
aunque las cosas nunca vayan a
cambiar.
Los pobres aman aquello que los
domina y explota.
Los ricos acarician el
sufrimiento de los pobres
como el que acaricia un buen perro.
Antonio Orihuela. El amor en los tiempos del despido libre. Ed. Amargord, 2014.
como el que acaricia un buen perro.
Antonio Orihuela. El amor en los tiempos del despido libre. Ed. Amargord, 2014.
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