No
veo obstáculos donde sea que mire, no veo sufrimiento, sólo la sístole y
la diástole del mercado global, puedo jugar fuerte, perderlo todo y ser
rescatado, siento una inmunidad parlamentaria y cardenalicia, las
bombonas paradas de larga duración son esquizofrénicas e inofensivas, no
tengo límites, más expansivo que un incremento patrimonial de
comisionista borbónico, montañas de
billetes míos duermen junto a las joyas robadas del holocausto, yo soy
la energía que te alumbra y el club de los ex-presidentes, el cocinero
de todas las noticias, el cazador con licencia para matar perros y
gatos, o manchar de petróleo las islas de los bienaventurados, el que
llama de noche a los jueces, yo soy la abundancia y la ley, la bandera,
la fuerza y la alambrada, el jefe y el sindicato, el paraguas
termonuclear que proteje a los sintecho y el programa espacial que
deleita con fotos nuevas a los mendigos, no me preocupan esos círculos
absurdos que pintan por las calles, ante cualquier amenaza sólo tengo
que invocar al espíritu del pacto de estabilidad, no conozco miedo
alguno porque yo soy el fabricante y comerciante del terror real e
imaginario, no veo obstáculos donde sea que mire, y mi única derrota
ocurre en el deporte de buscar algo, o alguien, que no pueda comprar.
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