Cuando yo empecé
tenía tiempo para
hablar con el comprador,
llegabas a conocerlo,
tenías tus clientes fijos
que venían a ti porque
te conocían.
Ahora lo único
importante es cumplir con los objetivos.
Antes
el encargado era como un padre,
ahora es un matón que
te acosa.
Antes la gente te venía
con un respeto,
hoy es raro el día que
no tengo que tragarme las lágrimas.
Antes había compañeros
de trabajo, esto era una familia,
ahora la mitad de los
empleados cambia cada año
y cada vez hay más
gente trabajando por horas,
vienen y van, me
resulta imposible quedarme con sus caras.
Antes la paga no era
buena
pero
con la excusa de la crisis nos lo han quitado todo,
yo cada vez que escucho
en la tele lo de la reforma laboral
me echo a temblar, de
las que entraron conmigo quedan pocas,
no sé cuánto tiempo
me queda aquí, mejor no pensar en eso
y trabajar, trabajar
bien, para que vean
que de mí no es fácil
prescindir.
Y
no pensar en nada más,
no pensar.
Antonio Orihuela. El amor en los tiempos del despido libre. Ed. Amargord, 2013
Fotografía: Juan Sánchez Amorós
Fotografía: Juan Sánchez Amorós
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