No va
Algo pasa -te dices- y no sabes
qué es lo que pasa, pero ocurre algo
fatal, esta pasando, por encima
de todos y de todo. Algo sucede.
Nada funciona como nos decían
las instrucciones: muerte al traductor.
Todo se está quebrando. Todo
se está cayendo y nadie
nada. El barco se hunde. Mierda.
Mi mundo no es de este reino -dice
Bergamín no sé dónde- y cuando
el Ministro de Hacienda se despierta
Lehman Brothers ha muerto: es el capitalismo
estrangulado por su propia sombra. Entonces
los aparatos de los partidos giran
en el vacío, exprimidores pronto sin nada
que exprimir, que tragar. Y Chris Marker
en Youtube: Semillas de diciembre,
bolsas de Zara, valses, gritos,
Munch y Pablo Picasso, no es esto.
"Ya habéis hecho bastante dinero, cabrones,
ya nos habéis jodido..." Algo
definitivamente está pasando. Esto
sencillamente
no va.
Esos poetas hímnicos
No sabes qué celebran,
de qué fiesta
salen a tientas, cantan
ebrios de amor. Qué bien
hacen que cantan. Cuentan
que la vida es un himno.
Viven en un estadio. Se diría
que ha ganado su equipo
por goleada.
I + D
Y cómo puede ser que cada día haya sido
el peor de nuestra vida. Es lo que se pregunta
Carlos Vitale en su Descortesía del suicida.
Podemos convertirnos en fábricas de malos recuerdos
y eso es fatal. Pero para cerrar la fábrica
hace falta dinero. Reconvertir la planta
en una factoría de felicidad es costoso.
Transformar el dolor en placer y alegría
no parece sencillo. Ir de lo químico
a lo cómico podría ser la clave
de la empresa, su lema, su divisa.
Habrá que investigar en la materia.
Es un producto caro la alegría.
Hace falta ilusión. Hace falta afición.
Hace falta inversión.
Aldaba
Hablar de mí es estar contigo a solas,
golpear una puerta, convertirme
en llamador violento cada vez
más cansado, la voz
más débil, el dañado
corazón en un puño. Hablar
contigo es escribir a solas
en la noche,
es decir, maldecir.
Es estar maldiciendo,
escribiendo, golpeando
la puerta con el puño, el corazón
como una aldaba contra el pecho.
Escucho
los golpes en la hoja.
Me maldigo.
No hay nadie.
Sueño contigo
Puedo soñar contigo, monstruo mío.
También en la tiniebla de la luz
y en la penumbra de los escaparates
y en las salas de espera sin tiempo
donde el tiempo es un nódulo ciego.
Puedo soñar contigo, es lo que quiero,
verte soñada dentro de mí mismo,
sin culpabilidad y sin condena,
sin deudas y sin amos, sin estrechos
trabajos ni gobiernos. Déjame
soñarte una vez más. Déjame verte.
Déjame que me duerma cuando el sueño
se apodere de mí. No me despiertes,
déjame ser feliz.
El precio del dinero
¿Habrá
vida antes de la muerte?
-Antonio Lobo Antunes-
La noche es grande como tus manos
vacías.
No es menuda como una moneda
gastada.
Tu hija es menuda como limosna
de pobre.
No es grande como el ojo del amo
del mall (no se pronuncia mal,
pero debiera).
El amo del mall conoce el precio
de cada cosa.
Tu hija ignora que todo se compra
y se paga.
Tu mujer compra libros de autoayuda
y benzodiacepina.
Y tú no sabes si antes de la muerte
habrá vida.
José Fernández de la Sota. Quien habla. Ed. El gallo de oro, 2016
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