Cuando me gustaban los coches
En aquel tiempo de los viajes
Llegué a tener uno en que viajaba con Eva
Otras veces con Ron
Y a veces solo
Pero siempre acompañado de un surtido absurdo
De cientos de casettes ingobernables
Estaban los que grabamos en el compacto de mi hermana
Cuando yo tenía tenía 13 años
Y me encantaban los Beatles
Y los Rolling
Y otros comprados al albur de los bares de autopista
Donde camioneros enamorados quemaban sus labios con ginebra
Mientras paladeaban telediarios infelices
Teníamos de todo
Los Chunguitos y Manu
El Puma y Rosendo
Boleros y la Polla
Extremoduro y Mark knopfler
Me gustaba conducir al amanecer
Volviendo absorto de las montañas sagradas
A lo mejor sin chica ni bóxer
Pero con la música a tope
Su consuelo insuficiente
Y esa épica desgarrada del rock tabernario
Ese coche y yo éramos compañeros desollados
Un día
Sin embargo
Lo vendí
(Eso fue después de la muerte de Ron)
Se lo vendí a buen amigo
Así podría comprobar que los pelos
De mi perro seguían adornando las tapicerías
Enhebrando sus dibujos
Inseparables de sus hilos sintéticos
Con ese dinero pensé en comprarme libros
Muchos libros
Una biblioteca entera
Pero al final tuve que usarlo en
Tapar un agujero
Luego mi amigo lo dejó siniestro en un descuido
Ahora no sé dónde están esas canciones
Ni dónde los últimos pelos de mi bóxer
Ni tampoco el último viaje deshojado de la juventud
Pedro Saéz Serrano. Las dudas del francotirador. Ed. Calumnia, 2018
Pedro Saéz Serrano. Las dudas del francotirador. Ed. Calumnia, 2018
Tremendamente evocador...
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