Esta tarde con lluvia pensaba
en
tu coche naranja que una vez me prestaste
para
que lo llevara al mecánico
y
cuando fui a recogerlo le habían robado dos ruedas,
también
en las plazas y las calles por las que anduvimos,
en
la Vespa con la que venías a ver a tu novia adolescente,
cantar
alguno de los lieder de Schumann,
subir
montañas, acampar en lagos,
cocinar
con cualquier cosa,
tu
generosidad,
aquel
chaquetón de plumas donde parecías el muñeco de la Michelin,
tus
poemas, tan grandes como tú,
hablando
de la familia humana,
tu
pereza, tu desdén,
tus
mil viajes por variados mundos,
la
noche transfigurada,
las
fiestas interminables,
el
budismo, la poesía,
siempre
la poesía en medio de nuestra amistad de oro,
la
nostalgia del otro lado,
tus
maravillosos cuadernos de viaje,
tu
impericia para el flamenco, la mía,
el
tabaco negro, el viento remolino,
tus
vueltas al sol,
mi
hermano.
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