documentos de pensamiento radical

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viernes, 14 de diciembre de 2018

BIOPIC




He regresado a casa borracho
total perdido en camiones de la Ruta Norte
o en taxis amarillo confesionario a las 3 de la madrugada
con chóferes que morirán encomendados a San Cristóforo
y arrastrarán su caos celular por las cantinas del centro.
Llevo una vida de tequila
despacho pollo frito para ganarme la botana rencorosa y amarga
que sirven en el Chalio’s Bar los sábados a las dos de la tarde.
Soy un espécimen mexicano
fui un muchacho mexicano
seré un viejo mexicano.
Conocí al Rey de Copas
un tigre impostergable al que no le cabe una botella más
quien no pocas veces me invitó unas cervezas.
Mis ídolos eran Santo y Blue Demon
sobre el ring o en la pantalla del cine Laguna
mientras me bebía mi refresco marca Pep.
Reuní 44 figuras de las Guerras de las Galaxias
mi favorito era Han Solo.
Vendí chicles en los camiones Campo Alianza
para complacerme lonches, gigantes de aguacate
en el mercado más pobre de la ciudad.
Tuve una niñez confusa
por las tardes compraba un litro de tequila San Matías
para mi abuela que era alcohólica desde los 17 años.
Crecí en el Mercado Alianza
donde ella tenía una pozolería
su clientela eran los borrachines de la cantina El Mar Rojo.
A los 10 años me suspendieron el domingo por negarme a ir a la iglesia
y acompañaba a mi papá a las sesiones de alcohólicos anónimos
en venganza mi abuela me dejaba pegarme un trago de tequila siempre que nos quedábamos a solas.
Me he internado en el desierto
para comer carne de venado
y me tatué dos coyotes en el brazo derecho.
Recorrí parte del país de raite
obligado a oír el parloteo incesante de los traileros drogados.
He viajado de polizonte en el tren que va a Ciudad Juárez
estuve a punto de morir de hipotermia en la sierra de Chihuahua
me bajé del convoy y comí burritos y quesadillas en VillaAhumada.
Estoy leyendo José Trigo
y una biografía de Jack Kerouac
el autor de Visiones de Cody
el clochard que inspiró a varias generaciones a lanzarse a la carretera.
Asistí a un concierto de Depeche Mode en Monterrey
me despeñé en parrandas de cocaína con Gerson Gómez
me hice amigo de Arnulfo Vigil
bebí caguamas Sol en la guarida de la revista Oficio
y en un programa de concursos me gané una grabadora con compact disc, papá.
No acompañé al Abuelomuchacho a Argentina
pero algún día me voy a comprar el boleto de avión.
Me he enfermado de salmonela
por entrarle a los tacos de tripitas en la esquina de Matamoros y Acuña
me he enfermado de tifoidea
por cenar tortillones con don Lolo a las 2 de la mañana.
He oído todos los discos de John Coltrane
y leí Zodiaco Negro del poeta Charles Wrigth .
Me gusta caminar por calles llenas de fábricas
por la prolongada avenida a espaldas de la central de autobuses.
Yo también he recorrido a pie las vías del tren.
He compartido litros de cerveza con desconocidos en lotes baldíos.
He comprado droga en Veracruz.
Estuve en el D.F.
borracho con el emborrachado Eusebio Ruvalcaba.
He presenciado los peores partidos de béisbol de la historia
en el estadio Revolución.
He contemplado el eterno lecho seco del río Nazas
llenarse de agua por primera vez en muchas vidas
lo he visto desde el Cristo enorme que habita la punta del Cerro de las Noas.
Conocí a Manic Street Preachers gracias a “El Bordón”.
He deambulado por todas las cantinas de la ciudad
bares, teibols y antros gays.
He regresado a casa borracho
he vuelto con heridas en el hígado
a las 5 de la mañana
mientras otros van al trabajo.
Una vez viví con una mujer.
Me fui de pinta por los billares del barrio.
Tengo en mi iPod la discografía completa de Johnny Cash.
Me he aficionado a las pastillas
he ingerido Tafil, Prozác y Valium
anfetas y tachas.
Estoy en busca del amor
como el grupo de rock que busca quién le produzca su primer disco.
Estoy en busca del díler definitivo
que fíe y sea mujer.
La juventud es una nación perdida.
He viajado con muy poco dinero
he sufrido apocalípticas resacas
he sido infiel
he renunciado a varios empleos
he recibido cien dosis de Beyodecta.
He oído la música de todos los conjuntos norteños que se reúnen afuera del Gota de Uva.
He dormido en las bancas de la Alameda Zaragoza.
Me he peleado en las cantinas.
Me he vestido de negro
y cantado corridos de Cuco Sánchez.
Caí en la cárcel por robar libros.
Qué ojos, qué piernas y qué cuerpos los de las mujeres de mi ciudad
qué cantinas
el Perches, el Reforma, el Águila de Oro, el Versalles, el Chava Club, el Paraíso.
He visto a mi alma irse de gira por España
dos años.
Y he chocado
un carro que no es mío.
Se que moriré de cáncer en el hígado
no me importa.
He oído mil veces el mismo disco
las canciones 3 y 4 están rayadas.
Hace mucho tiempo fui un buen niño.
y le compré un globo con el dibujo de una rana.
Veo los aparadores de las tiendas de discos.
He visto cómo la histeria colectiva ha sido capaz de aparecer la imagen de la Virgen de Guadalupe
en un tamal de rojo.
He caminado con la carcoma del amor
en cada uno de mis 7 pezones.
Me he quedado solo en el backstage de mi vida.
He oído a las ciudades llenarse de una lluvia de sal
y aún creo en el amor a oscuras.
He visitado un Wirikuta de la mente
y recuerdo el día que nevó en el desierto de Coahuila.
Y me he revolcado con prostitutas que cobran 50 pesos
que te hacen el amor mientras se drogan
con solventes.
Las he contratado.
Soy ese tipo de hombre.
Estoy aquí como una herida colectiva.
Sufrí
por un amor anoréxico.
Soy un mexicano.
No tengo pasaporte.
Y soy enemigo de beber con moderación.
Soy un hombre que se ha deshecho a sí mismo
con caldos de brebajes estimulantes de medicamento controlado.
Sólo por hoy seré un vendedor de baratijas.
Soy una rebanada de la canción Las mañanitas.
Soy un disco pirata
en las manos del Rey David.
He regresado a casa borracho
con los bolsillos huecos
con el páncreas triturado.
Soy un moderno Stephen Dedalus.
He orinado en el bosque Venustiano Carranza.
Conozco las habitaciones de varios moteles.
Me he apoyado en las paredes borrachas del mundo.
He escrito poemas eróticos.
Soy esa clase de sujeto.
Sufrí
un segundo.
Como los viejitos me he sentado en los primero asientos del camión.
Soy el traje de un santo puesto a secar al sol de Acapulco.
Soy un fan de las botas vaqueras.
Inventé dos o tres fórmulas
para que me echarán de los tugurios.
Soy un poeta.
Soy las palabras Toño y Lupe
escritas en la parada de camión
encerradas en un corazón de marcador Berol.
Soy la furia contra el sistema.
He soñado
que dios asesina a la historia
que mi madre es recluida en un hospital psiquiátrico.
Porque soy una botella de whiskey
andante
soy una hectárea de pistolas.
Soy el hijo que el Abuelomuchacho nunca quiso
y sin embargo lo tiene.
Soy un invento de Charly García.
Veo un parecido entre la luna y mi cerveza.
He oído el sonido que produce una lolita
al ser seducida en un taxi.
He visto teiboleras con verdadero talento para ignorar a los hombres
y admiro sus convicciones.
He visto a los aviones aparearse.
Me he arriesgado a la sobredosis.
He visto al fantasma de mi abuelo pasearse con una sola pierna por la cocina
perdió la derecha cuando era niño
por columpiarse del ferrocarril frente a la Casa del Cerro.
Y a Javier Solís en sesiones espiritistas que organiza una secta
en la calle Muzquiz.
He visto que el amor tiene menos presupuesto que el municipio más pequeño del estado.
He visto el rostro del delirium tremens
es una lección de punzadas en el hígado.
He oído a la sirena de la Cruz Roja
atravesar la ciudad con juegos infantiles.
He visto un cementerio de botellas de mezcalito
como si fuera el único lugar al que pueden ir a morir los elefantes
el 25 de diciembre.
He regresado a casa borracho
llevo una vida de bourbon
fui bautizado con el nombre de Fortunato Longstreet
y he decidido que los tiempos mejores no existen
que es una trampa del marketin
para ignorarnos a nosotros mismos
y olvidar lo que hemos leído.
Soy un hombre
estoy con las llaves en la mano
y quizá no conseguiré nada
ni entradas para el cine
ni pastillas para dormir.
Y quizá me case con una fichera
de cualquier cantina.
Y quizá no llegaré a ninguna parte
pero como todos
conservaré mi derecho a desaparecer.

Carlos Velázquez
En Hey! Jack Kerouac. La huella beat en la poesía en lengua española. Colección Oveja Negra. 2018






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