Mitad réplica, mitad alargamiento
eran la
escombrera de la historia,
mundo que
pronunciara su aborto
sobre un
mar progresivamente ácido.
(Los mitos,
los mitos del
pasado son los mitos del futuro,
peso de una
civilización
de ingesta y
caza):
Estos
informes no se cincelaron
para ningún tiempo
presente ni para ningún tiempo futuro
hablan
a un hermano que ya se hubiera perdido
Le dicen: “tiempo de cólera y tiempo de misericordia,
tiempo para que duermas y también para que clames”
Le dicen: “¡ay de las palabras que, ilegibles,
han hecho internarte en la niebla!”
Adiós del apaciguamiento en el frío de sangre
Adiós de la línea mortal entre mundo y blasfemia
Adiós de las horas que compilan espantos
Adiós del combate en el comienzo del humo
Adiós de las palabras y las noches terminales
Adiós de los exterminios que cambiaron tu nombre
Adiós del silencio que atándose los zapatos
Adiós de los sótanos a prueba de gritos
Adiós de la mentira
Adiós de los hombres que regresan a casa
y descubren que viven totalmente solos.
Tiempo de cólera y tiempo
de misericordia.
“Sabíamos que en algunas ciudades pequeñas del Anillo
Inmediatamente Exterior los hoteles que el turismo había abandonado se estaban
convirtiendo en algo que creímos salas de lectura. Sin embargo, los relatos que
allí se componían avisaban de una nueva rebelión, quizá la más callada de
todas, la que ningún arconte podría luego detener: aquella narración que con
toda insolencia compartían, sobre cultivos de plancton, aquellas mujeres imposibles
de domar”
(Módim
cinco).
Lo Que Aún Quedaba por Cantar
Escuchad:
La primera generación luchó contra animales, abrió caminos en el
Paso, comerció con pieles y cuchillos
La segunda generación cantó a los primeros ancestros del alba,
inventó para ellos nuevas cadencias, susurró amenazas terribles en los oídos de
nuestros sacerdotes
La tercera generación instauró la guerra aún más cierta de Los
Límites, perfiló las ciudades con sus cuestas doradas, azotó con fuerza a los
mendigos
La cuarta generación desarrolló la matemática, ofreció nuestro
poder a la Contabilidad y, tras culminar todos los relatos que legaron los
Nombres Conocidos, aprendió a derribar drones
La quinta generación acudió tarde a sus amantes y les regaló hilos
y catástrofes, procuró agua en casi todos los campos, amplió la circunnavegación
y los ferrocarriles
La sexta generación mendigó el pan ácimo de los menesterosos,
elevó rascacielos iridiscentes y creyó después no encontrarse sola
La séptima generación reprimió a los obreros, encendió las
hogueras de las luchas negras, destiló perfumes falsos
Y así cantábamos:
escondidos como niños en el zaguán del miedo.
Con palabras cuarteadas.
Contra la ira del padre.
Nos narrábamos historias truculentas
apenas perceptibles bajo el ruido de lluvia
y al amanecer, toda vez
que apuntalada nuestra propia oración,
salíamos a bloquear las
rutas de los carros blindados:
es cierto que niños tan
solo esparciendo falsas señales
explosiones pequeñas
con que confundir a los
drones de la madrugada,
cortes de cable sugeridos
por las canciones que
habíamos cuarteado la noche anterior.
Junto a la escombrera de la historia (la carcasa del mundo)
las Hermanas Mayores nos decían:
“Cantad negras canciones, niños,
vuestras canciones negras, listas para el sabotaje”.
Y nosotros cantábamos cada noche
cantábamos
como pájaros escondidos en un zaguán de miedos.
Contra la ira del padre.
Y contra los carros blindados.
Enrique Falcón. Silithus. Ed. La Oveja Roja, 2020
El libro tiene licencias 'Creative Commons' y, se puede leer completo en (https://silithus-falcon. blogspot.com/2020/03/silithus- version-de-regalo.html).
Se puede reproducir sin mi permiso.
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