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sábado, 28 de mayo de 2022

2 poemas de RITA TABORDA DUARTE en TRAS LOS CLAVELES. 35 poetas portuguesas 1970-1999

 


Lo llaman amor

 

Hay que darles a las cosas nombres cortos y sencillos

para que la palabra nos venga a los labios

con obediencia canina,

 

pero lo cierto

es que les podríamos dar otro nombre

—otro cualquiera—

 

Boby, Tejo o Lassie, como si fuera el amor una perra

recién parida con las tetas decaídas rozando el suelo.

 

Da igual el nombre que le demos al amor

el resultado sería siempre el mismo:

 

Un tímido aullido

mordiéndonos en celo el corazón de la noche.



***




 Alfabeto

 

Que fuera una palabra, una letra apretujada entre las sábanas,

puede que eso fuera;

siempre queda algo de los cuerpos

cuando los cuerpos ya se han levantado:

hebras de cabellos, remolinos

de piel   de pelos    y pestañas

uñitas rosadas    añicos de huesos,

el desamparo de una media en el colchón.

 

Por tanto,

puede que eso fuera,

lo que nos sobra por la noche de la palabra,

el cáliz de una letra arrugada,

el ala de una mariposa en el dobladillo

—o la veta rasgada y negra de esa ala—

pero qué haría una mariposa en esta cama…

el rastro de sangre de una pulga, eso sí,

puede que eso fuera…

 

(no es que tengamos parásitos en este amor, ya se sabe

que el revoltijo desordenado de la cama

es el refugio apetecible de los perros)

 

El derroche sobrevenido de la palabra

se desdice a punto ya de ser dicha

un gemido de sílaba abatida

en la curva torcida al pie de la letra,

puede que eso fuera.

 

Fuera o no fuera lo que fuera

en verdad apenas se vería: las sábanas

están renegridas    descuidadas

deshilachadas por las costuras literales.

Sólo las arrugas de esta cama mugrienta

por la mañana nos persiguen rostro adentro

debatiéndose con un poema por escribir.

 

Hago, entonces, la cama,

aliso las arrugas, ahueco la almohada

aprieto un breve gemido de palabra, la señal de la pulga,

la pata de la mariposa (¿o era la veta deshilachada de un ala?),

Ajusto al colchón la sábana raída

y sacudo al suelo una sílaba de tu cuerpo.

Tuya, sí. No será mía:

mis palabras son más rubias y largas...

 

Nunca salió a la calle sin antes estirar las sábanas de la cama

con la precisión de quien hace las mañanas todos los días,

de quien pone en orden la vida antes de empezar a trabajar.

Una cama bien hecha se merece un verso terminado,

sin derrochar palabras que no riman.

Hay que rescatar el gesto repetido, día a día

como quien cumple con la métrica precisa del poema;

una cama deshecha y descuidada es un lugar peligroso

para acostar el cuerpo, lugar de roturas, ligamentos

un paso en falso, un tropiezo despistado

y se puede torcer

el corazón.

 

 

RITA TABORDA DUARTE

 En: Tras los claveles. 35 poetas portuguesas 1970-1999

antología. Uberto Stabile comp. Ed. Oveja negra. Cádiz, 2022

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