Padre vuestro, aléjate, ya resonó demasiado
tu nombre,
no eres bienvenido en esta casa
reconquistada.
Cuando la libertad sea en la tierra como en
el cielo
tú serás por fin el que no tenga pan en las
manos
porque fue luengo el tiempo en que lo
repartiste mal -o no lo diste-, ahora
ante mi antorcha
Arde.
Amén.
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