UN POEMA PARA ANTONIO ORIHUELA
Ay, Antonio, eres el poeta prototipo, el que se levanta poeta y poeta se acuesta, el que congrega a las muchedumbres, el poeta que vigila al poeta que se viste de poeta, oceánico y continental, el que dice el oráculo, y, sin embargo, en el fondo, en la molicie, en la velocidad exigua, en la pereza, algo hay en ti de niño que busca que lo abracen, de alma azotada, de ojiplático adán de los sentidos, de ciervo herido que busca redención en el poema. Eterno dibujante de simas y de cimas te muestras en mesetas homeostáticas de la cantidad y la rutina, aterrado espectador del riesgo de la vida, en un ensayo-error contra el olvido hacia el que vamos.
Construiste imaginarios, referencias, redes, teorías, has dado a luz espacios, plataformas, pero, sobre todo, una obra monumental puesta en la calle, una inmensa ofrenda de palabras en el tiempo, porque, aunque no haya un solo poeta que no modifique el mundo, no se puede decir de ti que no intentaste ir aún más allá y siempre hay un verso tuyo para cada ocasión, una referencia que recordar en la intemperie, un báculo desde donde resistir los embates.
Nos diste Himalayas de amistad y un Moguer de versos, playas de conciencia, avenidas de serenidad y callejuelas de dudas. No siempre coincidimos en cuál era el dilema y menos en cómo resolverlo, pero tu perseverancia desarma mi impostura y mi gratitud no vale nada ante tu sueño.
UN POEMA PARA ANA PÉREZ CAÑAMARES
Removió Roma con Santiago en su juventud, ahora remueve lo celular y lo global desde las redes sociales, en sus versos, usando inteligentemente el báculo virtual, también desde las tribunas, los patios, las aceras, desde todo aquello que sustente su cuerpo que sustenta su voz que sustenta sus versos que sustentan su alma que carga con el mundo porque sabe usar palabras como flota cubana de pesca o Playa Girón.
Desde su fragilidad húmeda y lenta deglute la barbarie, desde su interior caliente nos mueve un poco a todos cuando, suspendidos en el aire, leemos su ternura, cuando, arrastrados a las plazas por un huracán, leemos su rabia. En sus libros fue construyendo un hogar-trinchera en el que reconocernos. No sé de nadie que no quiera habitarlo.
Siempre te pienso
colectiva, en la fibra óptica y en el autobús de tu portería, como estratega de
algo, urdiendo el amor. Me diste, sin embargo, algunas tardes solas de raro
maná. La libertad de las que, como tú, han resucitado, es alimento lento del
mundo, un Kairós contagioso. Te desnudaste tanto que conocemos todos los poros
de tu alma y así podremos renovar a la que es un segundo nacimiento.
Pusiste hitos en el camino sigmoide de volver al mundo.
Dale caña al tiempo
de descuento, exprímelo, que las grandes papeleras fabriquen ya el soporte de
tus versos, que reviente el Facebook. Te necesitamos en la agitprop para la
vida.
UN
POEMA PARA ANGEL CALLE
Cultiva cerezas en el
Jerte por mandato telúrico, para cambiar el mundo, para volver a casa, para
demostrar en praxis la teoría, para no parar, para sentirse, removiendo sus
terrones, aún más cerca del planeta, para ofrecer rojas maravillas dulces,
frescas, con vitaminas y un recuerdo de Lolita, para visitar ciudades
que ama, sus mercados, sus amigos, sus abrazos.
Cambió, para
salvarse, de mapa, de horarios, de trabajo. Y hoy se salva cada día, como
puede, a la contra del mainstream
capitalista, capitalino, capitativo, capital, como la pena. Al margen, sin
renunciar a estar en el centro, a cambiar el centro, a inundar el centro con el
margen, a pensar un mundo sin márgenes ni centros.
Para desbautizar al
mundo, escribe con carne y hueso sus ensayos y con arquitectura y alquimia sus
poemas y lleva la Amazonía a las aulas de Córdoba y el Journal of Rural Studies a las plazas del 15M y la polipoesía es
una forma de comunidad y puedes siempre quedarte en su casa, porque somos puro
movimiento, inestable invento de la evolución, tan inestable.
Maestro de
dignivivirse, de certeropensar, de amigoabrazar, de perfoser, ¡aleluya!
UN
POEMA PARA ENRIQUE FALCÓN
Nos amonestas con amor porque andamos descreídos, nos señalas la senda
con el báculo de quien decreció con la sabiduría de la duda, tejiendo una
profecía de los hechos, ahora bajo la luz gracias a tus ojos abiertos.
Universos que están aquí y mitos de todos los días nos zarandean y que sean tan
nuestros, que estén tan enterrados y que los subas a la página nos duele y
reconforta, porque el amo está cada vez más inseguro y el lacayo se palpa la
ropa y sabes que la poesía es memoria de la sombra de la memoria.
De tu delgadez
emana un vigoroso magnetismo y tu melena galilea nos dice que eres tú. Es
imposible confundirte en la ciudad de los cuerpos mimetizados al que nos dan de
prototipo y eso es también impugnatorio. Haces de la paciencia contrahegemónica
un sindicato, y haces una bandera del cuidado de la obra, del esfuerzo por su
pulcritud y su veraz belleza, en medio del pret a porter de la poesía del libro
premuroso, que apunta más al deseo del autor que a la verdad que nombra.
Danos noticia
del camino que pisas. No demores el anuncio de la próxima proclama.
UN
POEMA PARA FERMIN HERRERO
¿Qué encontraste en
el páramo, qué ofrecen los neveros, las aulagas, los cielos al pasar, el frío,
los acebos? ¡Qué difícil competir con el espejo que el paisaje da al corazón
del tiempo! Que la luna de NY gima no
es suficiente, por las inmensas escaleras. Que existen leyes físicas, el
Caribe, los inmunosupresores o el fosfeno es una anécdota fuera de campo,
imperceptible y anodina frente a las tierras altas de alma alta y corazón al
páramo latido.
Nos reconocimos en la palabra impresa y en la sonoridad de articularla. Un profundo Valle separa tu terruño yermo de mi terruño con árboles. Nos visitamos, pero cada cual habitaba al otro lado. Un hilo hay entre las páginas de tus libros y mis libros y tu falso androcentrismo último tampoco lo romperá. Nunca fuimos de la Castilla horizontal y yo amé los mares al sur.
UN
POEMA PARA INMA LUNA
Tras tus almenas y
torreones hay un oasis, tu nirvana, un lugar al que llegar, una plaza soleada
donde pides la paz y la palabra. Pero antes hay que conquistar el castillo. Sin
embargo, el paraíso de tus versos ahí está, a golpe de clic, desbordado a
veces, contenido a veces, siempre diáfano, como un puente levadizo a tu mundo,
a favor del yo con el nosotros.
Tu obra es como un manual para darse la vuelta por dentro, como un espejo contra la impostura del que lee, desde unos ojos tuyos, panorámicos, desde una risa contagiosa, desde unos tacones y desde un diván. Tu poesía eres tú y nos implicas, un océano de voluntad de vivir hecho palabra. Nunca conocí a nadie con más ganas de vivir, con más capacidad de contagiar esas ganas de vivir, de trabajar para que los otros puedan también vivir. Nunca conocí a nadie con más ganas de pelea.
Bernardo Santos. RETRATOS, PAISAJES Y OTROS POEMAS. Inéditos
Fotografía de Teresa Chacón
Mon Dieu, poeta! Pero hay más. Tu poesía, leída por ti, deja de ser una lectura en silencio (con esa voz tan cercana y tan extraña que nos acompaña toda la vida), y cobra una textura y una dimensión inauditas. Yo he comprobado cómo tus poemas crecen y se proyectan en múltiples direcciones al escucharlos. En eso, Antonio Orihuela, has llegado muy lejos.
ResponderEliminarMuchas gracias, uno nunca está seguro de casi nada, así que no sabes lo que significan para mi tus palabras...
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