HAS OLVIDADO LA
ESCRITURA DEL LÍQUEN, LA DE LOS CABELLOS BLANCOS, LA DE LAS PISADAS DE LOS
PÁJAROS, LA DE LAS HECES DEL LOBO, LA DE LA PIEL DORMIDA DE LA AMIGA
En saliendo de la pista en construcción
han robado los nombres de las cosas.
Intento remediarlo torpemente:
río despanzurrado, agua vígil,
trocha fruncida, hálito del deseo.
Lo que queda no es siquiera
la brizna de un temblor de paraíso:
imposible retorno.
No hay recreación adánica del mundo.
No hay visión del origen.
Lo que queda: un meollo de ausencia,
cerca del corazón perdigones de angustia,
una desposesión. El intocable
mantillo lancinante de las lenguas cortadas.
***
CRECER HASTA LA ALTURA
DE
LA TAREA PROPIA
“La
poesía es un camino de ida, pero sin vuelta. Los que vuelven regresan de otra
parte.”
(Ángel
Crespo)
Dos maneras no equivalentes de vivir: despojándose y
emperejilándose. Cada poema logrado nos ayuda a deshacernos de algo inservible.
(Nos amoscan un poco esos prestigiosos poetas prestimanos,
ingrávidos, volanderos, refulgentes, siempre prestos a transformarse en ave o
rosa. No precisa la poesía semejantes trucos y trueques de trujumán. No es
asunto de seducción o ilusionismo. Importa por el contrario la verdad --esa
palabra de clarísimas vocales:
no es el hombre hijo de la luz.)
Lenguaje castrado aquel al que se le han extirpado los
"quizá" y los "acaso". Aunque se engalle con ínfulas de
macho matarife.
Somos de aquellos que piensan que estética y moral van
juntas, aunque no gusten de hacer grandes alharacas a propósito de sus
encuentros y desencuentros; y que no es posible una moral de uno solo.
Si el verdugo te cercena una mano, ¿acoplarás al muñón una
prótesis de madera pulida para que tu mutilación no empañe la belleza del
jardín titilante --o peor aún, para echar una mano a tu demediador en futuras
faenas?
Hermanos somos por el sufrimiento y por la muerte. Pero hoy
no solamente de los hombres, sino ya de la naturaleza entera.
Yuxtaponer la gloria y la miseria para dibujar la verdad
inaplacable de nuestra condición. Sin énfasis, desesperanza ni consuelo.
Negarse a confundir el mal natural con el mal social, la
muerte que contrasta y delimita la vida con la que la pudre de raíz. Negarse a
reírle los chistes al verdugo.
Poder asomarse alguna vez al seco barranco ambiguo de los
días y poder gritar: "todos mis sueños, todos mis combates, todas mis
dudas, toda mi desmemoria, para contribuir con un adarme de calor al solidario
abrazo sin cauces de mañana: y ello solamente para ti".
Jorge Riechmann. El empeño del manantial. Ed. Lastura, 2023
Fotografía de Jorge Riechmann
Olvido y extravío de la memoria natural sirviendo a artificioso y manipulado mundo que nos lleva por derroteros inhumanos
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