Me envían recado de que Manuel, El Mané, ha muerto “demasiado de re-
pente”, bella forma de contarlo, aunque le iba destrozando por todas partes
su viejo carcinoma epidermoide convertido en un CP. Era un hombre ex-
traordinario convertido en apaleado y anodino después de 1939. Me entre-
gan una vieja carta suya sabiendo que escribo sobre cine y suponiendo que
me comunica algo importante. Era un gran admirador de la cantante va-
lenciana Conchita Piquer, más o menos de su edad, nacidos ambos, según
dice, en el mismo barrio pobre e inculto, tanto que su gente era analfabeta
y supersticiosa, como para hacer que Conchita niegue por superstición ha-
ber nacido un día 13, no sé ya si además martes, porque da mala suerte.
Manuel me escribe que nadie sabe que la Piquer “siendo una virgencilla
de 17 años” fue la actriz de la primera película sonora, una cosa de 1923
“llamá Fronfo Sevilla” que imagino como posible From for Seville. En ella
Conchita cantaba flamenco y jotas. Igual tenía razón y The jazz singer no
es la primera película sonora, y al investigar descubro que el Congreso de
los EE.UU. conserva partes de una de Conchita que puede ser la misma
con el título de La venganza de la cigarrera, en una época en la que lo
español y el físico hispano tenían prestigio en Norteamérica. La primera
española sí fue El misterio de la Puerta del Sol, de 1929, de mi paisano
onubense Francisco Elías Riquelme.
Antonio Santos Barranca. Diario nocturno en un país feo. Letrame Ed. 2024
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