La parte más visible de esta conspiración permanente contra el sistema democrático fue el jugado por la prensa, mayoritariamente de derechas, que no dejó de jalear a diario con el objetivo de desestabilizar y preparar el terreno para lo que ellos mismos consideraban la contrarrevolución... Los primeros pasos de la República debieron confirmarles sus peores pesadillas: los decretos de Trabajo sobre la jornada laboral de ocho horas (pago de horas extras) y sobre el laboreo forzoso (obligación de cultivar las tierras), las primeras gestiones de cara a la prometida reforma agraria, la implantación de un Estado laico y la separación de la Iglesia y el Estado, la adaptación del Ejercito a las nuevas circunstancias, la firma apuesta por la enseñanza pública... Todo esto que no era sino poner en práctica los deseos de millones de personas, suponía una amenaza para unos sectores sociales que se habían apropiado del país hasta el punto de convencerse de que sin ellos y su modo de llevar las cosas España dejaría de existir. España eran ellos y los que no compartían sus criterios eran la anti España. Como ya se ha dicho en alguna ocasión no hay peor enemigo que una oligarquía que ve amenazada su posición de privilegio. Si el 14 de abril hubiera traído realmente una revolución esta oligarquía hubieras sido devorada en poco tiempo. Pero, aunque a ellos se lo pareciera, aquello era simplemente un programa reformista en el marco de una democracia burguesa. Las derechas no tardaron en darse cuento pronto de esta circunstancia y actuaron en dos sentidos: incumpliendo por sistema las nuevas normas legales con todo tipo de argucias y poniendo trabas al desarrollo normal de la vida política.
...La prensa antirrepublicana... Los objetivos de esta prensa, ajenos por completo al concepto de información, remitían más bien al mundo de la agitación y propaganda. No vaya a creerse que solo el comunismo dedicó departamentos a estas cuestiones. El discursos así creado llegaba sustituir al hecho real, que pasaba a un segundo plano hasta ser olvidado... La verdad a medias, la exageración, la mentira, la ocultación de hechos, la tergiversación y manipulación constantes o las campañas antipersonales constituían los componentes esenciales de la dosis diario de la noticias que podían ser utilizadas contra la Republica. Luego, si se demostraba que todo era falso no importaba...
Francisco Espinosa Maestre. Contra la República. Los sucesos de Almonte de 1932. Laicismo, integrismo católico y Reforma Agraria. Ed. Aconcagua, 2012.
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