Ayer
cogí en auto-stop
a
un grupo de adolescentes de Medina
y
los llevé a Casas Viejas
(aunque
ellos me pidieron ir a Benalup).
Les
pregunté por los sucesos
y
su importancia histórica.
Ninguno
supo contestarme.
Iban
solo a ligar a una discoteca.
Busqué
a su profesor de historia
y
estaba tan frustrado y triste
que
no pude entrar en su privacidad amurallada
ni
en su odio mudo.
Busqué
a los libertarios
y
estaban en la ciudad fundando ateneos,
ocupando
casas.
Busqué
a los jornaleros,
pero
estaban trabajando para la duquesa.
Me
quedé de nuevo sólo
con
los adolescentes de Medina,
hijos
de los jornaleros,
alumnos
del profesor,
primos
de los libertarios que emigraron a Sevilla,
disfrazados
en mala imitación de adolescentes del Bronx
o
de surfistas de Santa Mónica
se
preparaban para ir a una discoteca
y nunca oyeron hablar de Casas Viejas.
Bernardo Santos. Con el paso cambiado (nuevamente). Baile del Sol, 2012
Imagen: Neorrabioso
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