Las
tramas de la especulación y el soborno
pero a
nadie se le ocurrirá cerrarle sus periódicos.
La
empresa constructora puede matar a cinco
o a
diez trabajadores
pero es
considerada modélica por el ayuntamiento
para
hacer un aparcamiento subterráneo
de esos
que terminan llenando de grietas las viviendas.
se les
llama puñado de agitadores politizados.
Si se
movilizan,
los
medios de comunicación guardarán silencio
o los
tratarán con desprecio.
Si
montan multitudinarias asambleas vecinales,
la
policía secreta hará su aparición,
y
entrevistada la subdelegada del Gobierno dirá de ellos
que
ni son políticamente correctos, ni son buena compañía.
Si se
presentan en el ayuntamiento,
el
alcalde, antes de expulsarlos del pleno municipal,
dirá
que es una propuesta sin fecha definitiva.
Ocho
días después pueden empezar las obras.
Si los
vecinos tiran las vallas
y se
sientan en la calle para parar las obras,
la
policía cargará contra los ancianos, las mujeres y los niños,
y todo el que se interponga entre el Capital y
los beneficios
terminará
bien en el hospital bien en comisaría.
Ahora
sí, los medios de comunicación dedicarán portadas
a la
conexión etarra entre los vecinos y la Kale Borroca,
culpable
de los enfrentamientos con la policía.
El
alcalde hablará de grupos radicales anti-sistema
coordinados
por Internet.
La
subdelegada del Gobierno
de
anarquistas de extrema izquierda,
y entre
todos
intentarán
ocultar lo evidente,
lo que
pueden cientos de vecinos unidos,
luchando
colectivamente
contra la
especulación urbanística.Antonio Orihuela. Todo el mundo está en otro lugar. Ed. Baile del Sol, 2011
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