Vuelves a casa apaleado, lleno de heridas, hecho una mierda, supongo que has vuelto a jugar, niño-mago, a la omnipotencia de las ideas en mitad de la calle, no te bastaba construir en sueños un ruiseñor mecánico y palabrero de noche eterna, no, tenías que negarte a aceptar que bulevar signifique una hermosa avenida, ancha y arbolada, y ahora lo llamas crimen presupuestario, espacio limpio y libre que nos queda cuando se derriban las viejas murallas.
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