METÁFORA DEL INCENDIO DE LA INFANCIA
Llueve
llueve en la metáfora del charco
donde aquel niño en la plaza
mil novecientos cincuenta y nueve
juega a meter dentro los diminutos pies
advirtiendo con placer
que esta emoción sin prohibiciones
es más hermosa que la vida
REGRESO
Y tú reina de un pequeño jardín
que riegas midiendo con flores
de nardos y nomeolvides
nuestra separación
El viento no tenía palomas
y mis palabras gastadas
guardaba avaro en mi corazón
Pero esta mañana el oro del amanecer
me ha traído una ternura
parecida a la comprensión
He tenido que comprar un baúl
donde estoy metiendo todo lo que soy
a modo de inventario
Te traigo una piel que ha recorrido enamorado
el mundo
A la que de repente casi todo sobra menos tú
Y también he guardado pinos de cinco agujas
y cerezos en flor para tus labios
y el silencio antiguo de quien sabe
y es una oscura flor que el tiempo no ha marchitado
Cierro mi vida
Debes ver en esta mañana dos violetas florecer
junto a los tréboles
Regreso
José María de la Quintana. El ángel de la noche. Ed. Amargord, 1992
Fotografía de Jesús Muñoz Monje. "Navabellida, 2010"
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