LA SANGRE EN LA BOCA
Es la
sangre, el hilillo que cae
junto a la
lágrima rabia
por la cara
abofeteada,
del joven
grande, con los ojos rápidos
que asustan
al guarda del patrón,
y desde ese
miedo vuelve
a golpear,
despacio, sin pausa,
para
conquistar su miedo, el miedo
del nadie,
el miedo
que lleve
al trabajo por miedo
a perder el
sustento de la soldada.
Esa es la
última sangre de jornal para el amo,
Víctor
Ortiz en el otoño marcha del pueblo,
sigue el
murmullo de los doce mil mineros,
que rompen
el hierro y la carne al cielo
abierto
para el inglés.
EL VÍNCULO Y EL TERRITORIO
Gertrudis a
la que llamaron Felixa por error:
un nombre
que suena a postre y nueces
y que
rompía los palos apoyándolos en la rodilla,
y leía
todos los días el periódico de ayer.
Ese es el
nombre de mi territorio.
Como el
suyo era Manuela en el agosto del pan,
Francisco y
su vino de enero.
Cecilia que
habla en varios de los idiomas
de los
pájaros, y era pequeña como las ardillas,
y en su
mirada recogía miedos al instante,
y los
envolvía en mantequilla y azúcar.
Cecilia es
el nombre de mi pueblo,
el lugar
desde donde se enuncian los derechos
y deberes
de mis vecinos los barrenderos.
Como el
suyo era Victor que en su boina se posaban
las palomas
para preguntar el camino de vuelta,
los grillos
que estropeaban con su canto el estruendo
de las
explosiones de la dinamita.
Como el
suyo era Marcelina pequeña niña de las minas
como la
letra bordada en el rojo hierro,
que con su
media sonrisa escarbaba,
las patatas
viejas del huerto del frío.
En la
memoria que dejó José y sus dos corbatas
del mismo
color: una para los días tristes y otra
para salir
a pasear con el hijo ciego.
En la
memoria de Severo, los días serios y Marcelino
para los
alegres y que confundía los nacimientos
de sus
hijos porque siempre se llenaban las calles
del tumulto
de la esperanza.
Esos son
los nombres de mis territorios:
por cada
uno de la tierra de donde les expulsaron,
donde les
hicieron dolor,
por cada
uno de la tierra donde vivieron,
hay un
lugar que llenaron
de vínculos
y palabras, de gestos y bienvenidas:
de una
conversación con el deseo de vivir.
Pablo Müller. Pan y Hierro. 4 de agosto Ed. 2019
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