-A mi hermano lo han matado
y aquí no ha venido nadie.
Eso dijo tu hermana,
nunca sabremos qué le había dolido más.
A ella no la llamó nadie
y a ti se te ocurrió estar en el peor sitio
a la peor hora.
Mira que echar a correr...
¿no sabes lo nerviosa que se pone la gente
cuando escucha hablar en euskera
fuera de euskalerria?
¿No viste ayer cómo,
en un mitin de Aznar,
viejas incluidas,
daban de hostias a unos jóvenes
por desplegar una pancarta
en la que al final
ponía algo así como que qué pasaba con los hospitales?
Pero claro, por si acaso,
mira que echar a correr, te decía,
después de una bomba.
¿Cómo distinguir a un etarra
de un yonqui
de un tío haciendo footing?
En fin, dile a tu hermana que lo deje,
que nadie llamará,
nadie la buscará con las cámaras,
con los papeles para cobrar una pensión,
para encabezar una manifestación de manos blancas.
Ya lo oyes, muerto,
aunque tu cerebro haya encogido
y tu piel se torne verde
mientras te pudres
aquí nadie vendrá
las víctimas del terrorismo
están siempre en el otro lado.
Antonio Orihuela. Esperar sentado. Ed. Ruleta rusa, 2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario