Defenderé la casa de mi padre
Gabriel
Aresti
Nunca deseé tener nada en propiedad, pero
―ahora que el viejo ha muerto y mi madre por fin
se ha podido ir a vivir a una
planta baja― voy
a comprar la casa de mis
padres: un modesto
piso de protección oficial, en un barrio
habitado mayoritariamente por
mineros,
que fueron enterrados en vida
hace muchos años.
No recuerdo cuántas veces me expulsó
papá,
o me prohibió la entrada, en aquel hogar de ladrillo
barato. Tampoco voy a decir
que yo fuera un santo,
pero ningún hijo se merece que su propio padre
lo desahucie, aunque él me dejaba siempre bien
claro que esa no era mi casa.
Por eso voy a comprarla, y
blanquearé la sucia
hipoteca de dolor y rabia
incrustada en las paredes,
pues el rencor enmugrece.
Y siempre habrá una habitación
lista para
que se hospeden la alegría y la ayuda mutua
en esta casa.
Patricio Rascón. Inédito
Fotografía de Carmen Lourdes Fdez. de Soto
Maravilla
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