LA sirena loca de las barbas de tierra,
carcelera del miedo y siempre sola.
La loba uncida con nosotros a la vida,
no para de llamar.
Oíd su aullido bronco que hace siembra,
que hace cosecha y árbol, sombra seca,
y abre
la voz ronca y nódula de la tarde.
Culpas, no sé de qué, no sé de dónde,
nos van trayendo aquellos días.
Culpas sin horma,
extrañas,
que confirman lo yermo de su resonancia.
No sé si ahora,
más cercanos a sus crenchas seremos así,
no sé dónde estará hoy la conformidad,
ni dónde la raíz del miedo;
pero escribir
y disparar versos contra uno mismo,
devolver a la muerte sus hechuras y su aullido,
es una extraña decisión que asusta,
aunque a pesar de todo siempre ayuda.
(aullidos)
****
NUNCA miedo a contar.
Nunca miedo a lo incierto,
hacer camino.
Vértigo de silencio este oscuro callar.
Cunde ahora ejercer hechicerías,
versos,
contradecir lo vago, relegar lo simple.
Hacer metáforas
lejos de lo confuso de su estrago.
Buscar imágenes del árbol y del agua,
jamás de la nostalgia.
Luchar y estar de una vez para siempre
con los desheredados de la tierra.
(contar)
***
TODO sin honradez es huero y es gusano.
El hilo peculiar del ruido,
el ritmo del silencio sirgador,
la minúscula relojería del aire.
Todo es gusano, hechicería,
hueco.
La mesura, la limpieza del resorte que ahíla
el aliento intranquilo de la tarde,
el mecanismo del sosiego.
Todo
se evapora herido si abandonamos
la justicia serena, la sabiduría
que viene de los verbos que atesoran lo humano.
(hechicería)
***
Para Amanda
AUNQUE la tierra se desborde
en su abrazo de monte y abra el surco,
aunque se cierna sin demora, alerta,
sobre el viento que la bendice en grano y enarbole
lo multiplicador del tallo más dispuesto,
aunque prospere la vida y se extienda,
y en sus hechuras crezca y se avejente,
ahí,
frente a nosotros, sigue, nieva,
el sonido blanco que llega entre las voces
nuevas de los niños,
el cerro claro
de la palabra inquieta haciéndose milagro;
y los patios y las calles de siempre toman
la vida franca de esa algarabía
y se tornan sencillos como el aire mismo.
Dicen que ya no se canta en los patios como antes,
que los niños rondan peligrosamente
por las vías de un tren fantasma equivocado,
pero a ver quién es el primero,
quién se atreve,
a ponerle bridas a este potro sin freno,
a este brío de vida desbocado,
que brinca en las aceras del aire remozándonos.
(bridas)
Luis Ramos. Urgencia de lo minucioso. Lastura Ed. 2021
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