(Paideia es una escuela donde los niños, hasta los 16 años, reciben una enseñanza integral, laica y libertaria; deciden colectivamente sobre el proceso de enseñanza aprendizaje y no existen aulas, cursos, ni exámenes, de momento su existencia es tolerada por las instituciones educativas estatales.)
Las niñas han entrado al Continente a comprar algunas cosas,
antes se llamaban así estos sitios: el Continente.
Cuando los críos me preguntan cuántos continentes hay
estoy siempre tentado de decirles que uno: un Continente
y cuatro afueras de hambre verdadera.
Bien, os decía que las niñas han entrado en el Carrefour,
en uno de esos laberintos de carritos felices
donde la gente vaga perdida para siempre...
saldrán dentro de veinte minutos, conozco a Mar,
odia tanto como yo estos lugares,
por eso me ha dejado aquí, en la cafetería, esperando,
hojeando la revista que Ángela me ha regalado,
la revista que hacen en la escuela, en Paideia,
una cooperativa que se creó hace veinticinco años
basada en las ideas de la Escuela Moderna de Ferrer
y los principios de racionalidad, responsabilidad,
ayuda mutua y asamblearismo,
propios del humanismo libertario.
A mi lado, dos hombres están tomándose una cerveza:
Dicen que la ruta es para los jóvenes, pero
hace diez años que hago el servicio de autobús para las escuelas
y no sé qué es peor
si dar camionazos por Europa
o aguantar a los chavales...
llegan cabizbajos,
de las manos de sus señores padres,
todo trajes, permanentes y corbatas,
pero en cuanto suben y arranco,
ya se están pegando,
me gritan, rompen los asientos
y cuando se van me han dejado el autobús hecho una mierda,
y lo mejor es que son todos de colegios de curas:
escolapios, maristas, redentoristas, teresianas, agustinos,
la educación debe ser un negocio,
aunque a estos cabrones no se les note en nada...
Lo más raro, compadre,
es que el viaje de las diez es una balsa de aceite.
Los niños que suben vienen alegres,
se dan besos al verse,
ayudan los mayores a los peques,
me dan los buenos días
y vamos cantando hasta un colegio
que ni es colegio ni es nada,
una casa en medio del relente,
y sus padres son puras greñas, colorines,
hippiosos que te encuentras en un callejón a oscuras
y te cagas de miedo...
El mundo al revés, compadre,
como te estoy diciendo...
llegan las niñas y dejamos atrás el hipermercado,
me marcho pensando en el mundo al revés de mis vecinos de mesa
y en lo difícil
que va a ser
darle
la vuelta.
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